lunes, 20 de noviembre de 2023

VOLVER

 LA PATRIA CHICA




Volver a la tierra grande, a la patria chica, al lugar que te vió nacer, tierra de gente noble, altruista, solidaria, tierra de mujeres bellas, de pueblos con características particulares, únicas, diferentes, pero con un denominador común, un amor grande por la provincia que los vió nacer, mar, pesca, longaniza, lustrados, troliche, natilla, sal prieta, maní quebrado, huevos de gallo y de gallina. Por si acaso, yo soy Quevedeño, pero amo esta patria chica de gente linda y muy solidaria.

El Manabís con parada obligatoria en la gasolinera de Cascol, para comer las empanadas de queso, de gallina, el corviche con harto maní, con aji campana, sí ese que pica a la entrada y repica a la salida y uno hace uuhhh, para qué le puse tanto Diosito. Es que esta parada debería formar parte del mapa gastronómico ecuatoriano, manabita para ser mas específico, claro que sí porque es una forma de mostrar la tierra, su gente, sus manos creativas.

Volver a ver los atardeceres, a sentarse fuera de la casa en el portal, en sillas o bancos de lo que sea, a coger el aire y a conversar de tantas cosas que uno conversa cuando está en la conversa de  que ya viene el Niño, que ojalá no venga tan juerte carajo, que un currincho que es un aguardiente destilado en trapiches clandestinos, no declarados, de que sabe mejor, como el amor cuando es prohibido, ese corrinche que  anima la conversación porque es aflojador de lengua, desinhibidor como dirían los entendidos y entonces te pones a hablar hasta de lo que no te han preguntado y por ahí pueden ir saliendo tus pecadillos si es que no te muerdes la lengua a tiempo, hasta que te salga la sangre pero el asunto es no hablar, no traicionarse en una confesión no solicitada.  

Que bonito que es estar fuera de la casa, no encerrado entre cuatro paredes, encarcelado en su propio palacio con prohibición de salida no sea que por andar saliendo tú te encuentres no con una amistad o con un familiar con quien no te veías desde hace tanto tiempo sino con la bala que andaba perdida y que andaba buscando un destinatario porque remitente sí tenía, porque ahora son tiempos de sicariato donde tu vida no vale ni un billete de a  veinte dólar porque pa droga cualquiera te dice que sí, que sí le hace al encargo, que usted no más me da una foto  y los pormenores de ese parce y yo el trabajo que se lo hago, que yo se lo garantizo, porque para eso me dicen Baygon porque conmigo se mueren todas esas cucarachas que a usted le molestan, porque usted sabe que en este oficio  no se puede quedar mal, no señor, porque donde usté queda mal, se jode porque se hace de mala fama y luego, luego nadie, me lo quiere contratar o hasta usted mismo me le dan piso, me lo petatean porque no cumple, así es señor este jodido oficio.

JUEVES  2 DE NOVIEMBRE 2023

Trino Alberto viene  a recogernos, que detalle, si vive pasando Puerto Azul y se avanza hasta por acá por Ceibos, tremenda cortesía. Trino es sobrino de mi esposa, manaba como ella, no podía ser de otra, es hijo de Marilú, grande la prima, ella, generosa toda la vida, muy linda.

Salimos casi 11h30 en punto y me pregunta que si yo podía conducir, a lo que contesté afirmativamente. Un SUV Chevrolet del 2018, un poco rayado pero nada más,  ya manejándolo me doy cuenta de que tiene buen pique, los frenos están bien, no hay que mandar el pedal hasta el fondo, en fin, no era problema el manejo del vehículo en cuestión. Lo que sí no tenía solución alguna era el tremendo trancón que nos agarró, si parecía la procesión, sí, esa que hacen en el barrio del Cristo del Consuelo donde a usted no le toca más que seguir al ritmo del marchante, y como dice Don Beto (Albert Einstein), el tiempo es relativo y depende del sujeto, así que aquí en el vehículo de Trino estamos 3 sujetos, sujetos a un tiempo que transcurre lentamente cual tortuga mal herida. La marcha de los carros está lenta, pero tan lenta que sí nos demoramos como una hora para avanzar 30 kilómetros, que a veces se me antojaba mejor bajarme y caminar porque creo que así iría mas rápido, pero no podía porque yo era el chofero designado, como dicen los gringos allá en los “iunaiestais”. Pensando ahora, frente al ordenador como dicen los españoles, mientras escribo estas líneas, se imaginan si Albert Einstein hubiese nacido por allá por Tosagua, como se habría llamado? De seguro Albert Einstein Vera Zambrano, sí como mi esposa, y claro, hubiese sido su pariente, qué lujo, qué orgullo para el Beto ser primo de mi esposa, vaya viendo.  Pero no nos desviemos ni del tema ni de la carretera porque de pronto nos chocamos contra la montaña. Aprovechamos el tiempo para la conversa modo comisariato, es decir de todo, incluido arreglar Ecuador y el mundo, haciendo ameno el viaje que para tedioso suficiente con la interminable e insufrible caravana.

Pasamos el Zoológico del Pantanal, la piladora de Arroz Super Extra  y pronto llegamos a esos pueblos que quedan por el camino, que están uno tras de otro, distantes solo por unos cuantos kilómetros, sí señor, pasamos por Petrillo, Isidro Ayora, Lomas de Sargentillo, Pedro Carbo y ya vamos camino de Cascol.

Los corviches de la gasolinera

 


Allá en la gasolinera, la parada es obligatoria, quien vaya a Manabí o regrese de allá y no pare en la gasolinera como que se le ha perdido algo, como que anda incompleto de la barriga, porque alma que pasa por allí y no se manda unos dos corviches o unas empanadas de queso con azúcar o de gallina acompañados de un café pasado o de esencia como se decía antes,  luego  anda renegando como alma en pena, como que le quedó algo por hacer y no alcanzó a hacerlo. 

Así que por fin se le hizo a Trino, llegamos a la gasolinera y había tanto carro que tuvimos que estacionarnos fuera, junto a un kiosco pequeño donde también había corviche y empanadas pero a ese no fuimos porque a veces por ir al lugar conocido, uno se pierde de lo bueno que puede ser el lugar por conocer y eso fue lo que nos pasó, pero ya verán más adelante lo que le pasa a aquel que escupe para el cielo porque cuando me acerqué a la caja para hacer el pedido de corviches, empanadas de queso y de pollo, oh sorpresa, había de todo menos el corviche y las empanadas de pollo, es decir, para los inteligentes que la captan rápido, la única opción era la empanada de queso, así que, a las caras feas, mal tiempo, perdón, al mal tiempo, buena cara. Las empanadas de queso estuvieron recas, recas, recas, y como yo quería corviche y no había, tuve que ir al kiosco, a ese que menospreciamos, que le hicimos el feo, a comprar, a tragarnos la soberbia para no quedarnos con las ganas y para serles sincero, sí estaba bueno, aunque como que le faltaba maní, en fin, hay que aprender a disfrutar lo que el Buen Señor o la vida pone en nuestras manos.

Nos retiramos con la panza llena o por lo menos satisfechos, contentos de haber estirado la pata o mejor dicho las patas que ya la teníamos un poco entumecidas por falta de movimiento, teníamos el jetlag terrestre. Y volvimos al suplicio del carretero, totalmente congestionado, pero esta vez era Trino quien estaba al volante, ese si conoce el camino porque no falta semana en que va a su terruño, a casa de su madre, de sus abuelos, a su tierra a San Antonio, no de Texas sino a ese San Antonio que queda antecito de llegar a Chone.

Jipijapa

Llegar después de un buen tiempo a Jipijapa nos llenó de contento, tanto como que si nos hubiéramos ganado el premio gordo de la lotería, o por lo menos al gordo que compró un guachito de la lotería. Jipijapa la tierra de mi compadre Salazar y mi comadre Lourdes, sí, tierra del compadre Salazar porque la comadre no lo llamaba por su nombre, sino por su apellido, tampoco se refería a él como su marido, él era simplemente “Salazar”. Ah Jipijapa, la sultana del café, donde nunca he entrado a saborear uno, unito tan solo. La Jipijapa de Loncho, compadre de Alejandro y de los 9,000 ahijados del papá de Loncho.

Y seguimos avanzando. En el camino, en la recta antes de llegar a la Pila, venden tortillas de maíz con queso chicloso, pero no compramos nada  a los vendedores que están ahí a la vera del camino, ofreciendo sus  ricas tortillas más café o bebidas gaseosas dependiendo de gusto del marchante. 

Allá en la Pila lo que hay es artesanía, adornos en cerámica de todo tipo, caballitos, elefantes. Ah, me olvidaba mencionar que también, antes de llegar a la Pila, donde hay ceibos, venden almohadas, me imagino rellenas de lana de ceibo. La Pila está llena de industrious people como dijeran los gringos, de gente muy trabajadora, de gente linda.

El camino me huele a Navidad no sé por qué, pero así me huele, así se me antoja, así se me ocurre, vaya usted a saber los por qué, así somos los seres humanos y no es porque en el camino huela ni a pavo ni a relleno, ni quiera a tierra húmeda propia de los tiempos navideños, pero vaya usté a saber que disparó el recuerdo, solo el recuerdo, no me refiero al disparo del arma homicida del sicario, del Baygon ese que garantiza la muerte.

Los dulces de Rocafuerte

Para no ingresar a Portoviejo, usted toma el hemiciclo de las banderas y enrumba hacia Chone, tierra amada, tierra querida, tierra de Aurelia, mi esposa, de sus hermanos, de sus padres, de buenos amigos. Claro que primero pasamos por Rocafuerte, la tierra de los dulcecitos, otro patrimonio gastronómico de Ecuador, toda una industria, pasamos por el desvío a Tosagua, la tierra de Mario Calderón y la Mula Ciega hasta que llegamos por fin al Chone querido después de tanto trajín y no adivinan ustedes que pasó? Sí, pasó lo que pasó, no había nadie en casa para recibirnos de manera que Aurelia tuvo que comunicarse con la excuñada para que enviase a alguien con las llaves.

Pero permítaseme contarles antes de que me olvide del Humedal de La Segua, aquí voy a hacer una transcripción literal de lo que encontré en Internet, porque nosotros los ecuatorianos, entre ellos, quien escribe estas líneas, sabemos de todo, menos de la patria querida.

El Humedal de la Segua


En la extensa sabana, entre los cantones Tosagua y Chone, en el noreste de Manabí, se aloja el humedal La Segua, uno de los paraísos Ramsar que tiene Ecuador. La reserva está ubicada en la parte alta del estuario del río Chone. Esta ciénaga se ha convertido en el hogar de miles de aves residentes y migratorias.

El humedal atrapa a quienes llegan por primera vez. Basta observar desde las 06:00 el vuelo sobre el espejo de agua de ibis, gaviotas, pelícanos, cormoranes, martines pescadores, águilas...

El ornitólogo estadounidense, Roger Ahlman, en una visita que hizo a La Segua en el 2014, encontró entre las miles de aves a la cerceta americana en miniatura. Según María Corral, quien habita cerca del humedal y labora como guía nativa, el trabajo de Roger dejó el camino abierto para que los ornitólogos jóvenes visitaran La Segua. Ahí se pueden divisar hasta 162 especies de aves.

En este estanque gigante no solo las aves pueden encontrar su sustento. Peces -como el chame y la tilapia- y una diversidad de insectos son parte de la alimentación de una bandada de pájaros. Ellos anidan, además, entre los remansos de manglar, troncos de árboles muertos y los lechuguines conocidos como plantas acuáticas.

Así que si van por Chone o por Manabí, les recomiendo visitar este Humedal

Ya en Chone, tierra de mujes bellas

Mientras tanto Trino Alberto esperando y nosotros, tranquilo que nosotros acá nos quedamos, que vete nomás que tú debes ir a San Antonio donde tus abuelo, pero él muy cortés esperó hasta que llegaron  los sobrinos con la llave, sus primos Luis Marcos, hijo de mi cuñado Marcos y Marco Enrique, hijo de mi cuñado Luis. Saludamos efusivamente. Nos despedimos de Trino y también de los chicos quedando es que después de un tiempo vinieran a recogernos, necesitábamos descansar algo, bañarnos, vestirnos adecuadamente, aunque no iríamos ni a fiesta alguna ni al cementerio.

Visita donde mi cuñada

La reunión nocturna era en casa de mi cuñada que vive frente al edificio del Sindicato de Choferes. Allí están mis cuñados, Luis con Mercy, Marco e Italia pero separados y Rosa la anfitriona con Giovanni, su esposo. Allá también estaba don Galo con Maritza, la media hermana de Aurelia, así como se solía decir porque Maritza es hija de mi suegro en un compromiso anterior, también estaba Gutemberg y Gilumberto, hijos de Maritza con don Galo. Ya ustedes  saben, para qué preguntan si con esos nombres son manabas, ni dudarlo. Por suerte, ese día miércoles primero ya los cuñados habían ido al cementerio viejo a visitar la tumba de sus padres, es decir mis suegros. Como ustedes saben, eso de ir a los cementerios no va conmigo, allá reposan restos, huesos, eso no me llama, a mí me llaman los recuerdos, las anécdotas, las vivencias, las palabras, las miradas, las risas, los abrazos, los saludos, las conversaciones, todo lo bonito que implican los recuerdos de la gente bonita que impacta en nuestras vidas.

De esas costumbres que por acá no experimentamos hace mucho tiempo, las sillas se sacan al portal y ahí conversamos, despreocupadamente, sin temor alguno, tratando de componer el mundo, de cosas sin sentido o de cosas con sentido. Sí ahí estamos conversando sin miedo porque acá ninguno se dedica a cosas, a esas cosas o tiene negocios con los malos.

La comida no se hace esperar, es un arroz colorado con camarones más un poco de arroz blanco, no me acuerdo si venía acompañado de ensalada, pero sí me acuerdo que venía con chifles largos y a mí que me gusta el verde que por ese lado no parezco chino sino manaba. El arroz con camarón tenía buena sazón, esa sazón característica de la gente que hace las cosas con amor, con cariño, con ganas de agradar, así que lo disfrutamos y lo agradecemos. El trago no se hace esperar, no mucho, la gente bebe pero de a poco, calmados y yo que no bebo, conmigo pasa, para mí solo café querida cuñada y ella que va a la cocina y que me lo trae, hirviendo el bandido, no pasaba de los 100° C solo porque ese es el punto de ebullición del agua, de esos cafés que se toman al estilo de antes con el agua hirviendo porque antes no había microondas así que el agua se la servía cuando hervía sí señor.

A la reunión se arrejuntó Amira, la prima de mi esposa y luego su hija Mónica, a todas se les dice primas. Amira es la dueña de la casa donde vive mi cuña y Mónica, su hija es dotora, dotora sin la c de doctora, vive en Manta. Linda gente como toda la familia de mi esposa.  Amira se dedica a hacer chocolate artesanal, licor de cacao, la bola para rallar y hacer chocolate de taza, mujer valiente, peleadora por la vida, linda como todas en la familia de mi esposa, ella me dió la receta secreta del pastellillo manabita.

Conversación amena con los sobrinos, ya adultos, ya no niños así que ahora podemos hablar de todo, de política, de politiquería, de qué va a pasar en la asamblea, de que ojalá que a Noboa no le pase lo mismo que a Laso.  Pasa una que otra moto a toda velocidad, sin siquiera respetar el límite de velocidad de la zona urbana, de barrio residencial. También pasa un auto de aquellos que se dicen tuneado, de los que tienen parlante en el portamaletas para hacer ruido, para hacer escándalo, para hacer gala del mal gusto y de la falta de respeto por la vecindad.

La Tonga 



Para quien no sabe de que se trata, la tonga es un plato típicamente manabita, que no solo recoge el arte culinario de sus bellas mujeres, sino la sencillez de su pueblo, la sabiduría, toma lo que tiene a su alrededor y conjuga perfectamente manos, alimentos y amor, amor de la mujer por su macho, su marido, su esposo y le prepara con cariño el alimento, contundente, generoso, abundante, envuelto en hoja de plátano que le dan ese rico e inconfundible sabor, esa es la esencia de la tonga. La tonga lleva de todo un poco para que de nada le falte.

Ahora pongamos aquí un poco de historia, de esa que se encuentra en wikipedia.

Su desarrollo se originó por la antigua actividad de los caucheros y los primeros exploradores cuando existía la selva manabita. Los trabajadores ingresaban todas las mañanas a los bosques montañosos a extraer el caucho para adquirir el látex.

Los campesinos de las familias incursionaban en la montaña a trabajar generalmente de la parroquia Convento y que por ello las mujeres les enviaban los alimentos del día envuelta en hoja de plátano para que se mantuviera caliente,​ por lo que hace casi cien años no había la disponibilidad de envases que existen actualmente, en cocina esta técnica de envolver los alimentos como habilidad para cubrir la comida con hojas ha sido sin lugar a dudas una de las ideas innovadoras de la época republicana.​ Desde aquel momento, la costumbre se integró en la vida del campesino montuvio y ahora la tonga es un plato representativo de Manabí.​

Con los años se fue convirtiendo en un plato popular requerido en eventos sociales, de índole familiar, encuentros benéficos, bingos, etc, por tanto, también se sirve en comedores de Portoviejo, Chone, y Manta. Suelen venderlas en oficinas de organizaciones privadas y públicas.

Y cómo es que la tonga se conecta con esta historia y es por que el sobrino, el hijo de mi compadre Marco nos dijo que deberíamos probarla, que el conoce un lugar donde la preparan rico, que vale $ 5 pero que que realmente lo vale y hay que comerla, así que sin siquiera verla, ya la babita se nos va saliendo por la comisura de los labios, anticipando el momento de degustarla, como quien se desvive por un beso de la persona amada y ya se va imaginando una y mil cosas.

Pero no, el tiempo no jugó a favor nuestro y nos quedamos sin la tonga y sin los besos, así que será para una próxima ocasión eso de la tonga y también eso de los besos.

Ya toca dormir

Luego de un tiempo decidimos retirarnos ya que habíamos quedado cansados de un viaje que inicialmente era de cuatro horas y media pero que se hizo de casi siete horas o de seis horas y media descontando el tiempo del corviche, de las empanadas, de café de esencia, de la gasolinera de Cascol.

El dormitorio es el de arriba, la cama de dos plazas, nos acomodamos, basta la cordialidad, el cariño, el que no se acomode en casa ajena y anda quejándose, mejor que no visite a nadie y se quede en su casa. La ventana abierta, corre un viento fresco, se duerme bien sin pensar que al día siguiente hay algo que hacer más que disfrutar del paseo familiar, de la visita. La cama es chismosa e indiscreta y no permite hacer nada de nada, así que mejor a dormir tranquilitos sin nada de toqueteos, insinuaciones, adelantos, manoseos u otras cosas pecaminosas.

VIERNES 3 DE NOVIEMBRE DEL 2023

Como siempre me despierto temprano, al bajar me doy cuenta de que los sobrinos han dormido en los sofás, la incomodidad de los anfitriones por dar lo mejor para la visita, para la familia que regresa al tiempo, cuantos años ya, si acá estuvimos antecito de que se iniciara la cuarentena por la pandemia y con ocasión de la fiesta de graduación del sobrino Pablito, hoy ya todo un hombre, mayor de edad, siempre tranquilo, respetuoso, gusto da el verlo, centrado, estudioso. Se imaginan aquellos tiempos, casi cuatrocientos cristianos bailando, compartiendo, en un salón, conversando muy de cerca todos y a las doce de la noche, que se hace presente la autoridad para decir que nos retiremos por precaución, que precaución si para contagiarnos, ya todos estuviésemos contagiados, pero así es el asunto y hay que retirarse.

El desayuno en casa de Italia se inicia un poco tarde, patacones, verde asado, queso criollo, cafécito pasado y mucho, pero mucho cariño, para qué mas y seguimos en la conversa, dándole al caldo de lengua que todo el tiempo es de nosotros. Pronto se nos une mi cuñada Rosa y su esposo Giovanni porque nos vamos todos para Zapallo, allá donde vive la otra hermana de Aurelia.

La visita a Zapallo


Ah don Galo, don Galo, ahora en noviembre cumplió los 98 años y anda medio como Johnny Walker y digo medio porque se apoya en una caminadora, del resto, lúcido el hombre y Maritza la media hermana de Aurelia, de unos 88 años aproximadamente, pero ella si no baila solo porque no le ponen música. Que gusto tan grande me dio el verlos, gente noble, hecha de pambil, de esa madera fina, exótica, incorruptible, que dura.

Casi 40 kilómetros dista Zapallo de Chone; el viaje se me hace un poco largo, al tiempo que no venía por acá, tanto tempo qui fa, que la casa no era la misma, ni siquiera el tramo de carretero porque se lo había ensanchado y ya la casa de madera junto con el taller que yo había conocido, habían desaparecido en un incendio que yo ni por enterado, lo más probable es que Aurelia si me lo contó pero que a mí se me pasó y me olvidé.

Mas largo se me hizo el viaje porque yo iba manejando la camioneta que gentilmente me había prestado mi cuña, porque el no pudo ir a la visita por tener otras cosas que hacer. A los tiempos que manejaba camioneta y de palanca al piso, por suerte todo bien.

Eramos tan solo 17

No éramos trece como Jesús con sus doce apóstoles, yo conté como 17 entre cristianos y no cristianos allí en casa de don Galo, contemos, don Galo y Maritza, los hijos Gutemberg y su esposa, Gilumberto y su esposa, la hija de Gilo y su marido, Gustavo quien llegó solo y luego su hijo, quien también vino solo, más nosotros dos, mis tres cuñados acompañados por parejas y no pareja y los 3 hijos. Solo diecisiete mire usted.

Ahí recién me entero de que la casa anterior y el taller se habían incendiado y por eso habían construido esta nueva casa al pie del carretero. Maritza me cuenta de que no se acuerda de mí, pero eso no me quita la alegría de verlos.

 


Al poco rato nos llaman a almorzar, un arroz con ensaladita, patacones y una deliciosa fritada, así misma, hecha con mucho cariño, cariño que hace bien para la digestión, porque se siente la sazón de quien hace las cosas con ganas para agradar a la familia.

Como la mesa no es tan larga, unos comen por separado pero todos unidos por el amor. Que gusto que me da ver el cariño que tienen los hijos de Galo y de Maritza y hasta de sus nueras, cómo los cuidan. Así es cuando se sabe criar a los hijos, así es cuando los hijos corresponden al cariño y sacrificio de los padres.

Se hace un poco tarde y antes de que anochezca, Luis junto con Mercy, su esposa y Marco Enrique su hijo, se retiran porque ellos tienen que continuar para El Carmen, nosotros luego de un rato no muy largo, aprovechamos para despedirnos, para agradecer lo bonito, la compañía, el cariño, la atención, lujos que a veces nos hacen falta en la gran ciudad, pero que por acá sobran.

Mi suegro

Mi suegro era pintero como dicen, ojos verdes, alto, dedicado al comercio en los pueblos, pasaba largo tiempo fuera del hogar de sus padres, tiempo de noches con frio, tiempo de noches donde la soledad es lo único que a uno lo arropa por las noches y me imagino que en cada pueblo dejaba un amor, es así como  Aurelia heredó algunos hermanos, pero cuando don Marco Vera se hizo de mi suegra, el hombre sentó cabeza y enseñó amor, porque Aurelia quería a sus medias hermanas por igual, a las pocas que conocí, las visitábamos y el amor, el cariño estuvieron siempre presentes, hermoso legado es el amor, lindo legado es el amar.

Aparte de Maritza conocí a Angelita quien vivía acá en Guayaquil por el Cristo del Consuelo, a su esposo y a sus hijos, sobrinos de Aurelia. Angelita murió hace dos años. También conocí a Walter, medio hermano de Aurelia, quien compró la finca de la Maravilla, cercana a Zapallo, también el cariño fué igual. Entonces conocí lo que es ser solidario, lo que significa ser verdadera familia.

En casa de María

Paramos en casa de María, la hija del tío Atanasio, allá por el Guabal. Hay que entrar, apenas una cuadra del carretero principal. Allí ella nos recibe en su casa. Allá nos coge la noche acompañada de cafecito con patacones y queso criollo, pero primero, luego de la conversa, se fueron para el río, a matar el calor, yo no fui, me quedé solo en casa porque tenía ganas de aquellas, ustedes ya saben pero no saben lo que me pasó, que no encontré aquello, así que no me quedó más que hacer lo que hay que hacer en aquellas circunstancias, aguantarme a lo mero macho. 

Al rato llegaron contentas del baño en el río, que ya les había cogido el friecito del anochecer que ya se anunciaba y ahí si vino lo del cafecito que también estuvo bueno. Acá la gente le pone el mismo condimento a todas las comidas, la sazón es el cariño, la atención, las ganas y eso es lo bonito porque así cualquier comida es un banquete, es un lujo. Después de un rato no quedó mas que despedirse y la invitación para cualquier visita futura, ya saben, cuando vengan por acá, los espero.

La heladería de los Mora


Apenas diez kilómetros separan al Guabal de Chone, así que en menos de lo que pensaba, ya estábamos ahí. El sobrino se acordó de los helados ricos que ofrecen en su heladería Los Mora, una tradición en Chone. Allá fuimos, ricos y baratos, apenas un dolor, dos sabores, a disfrutar, a saborear con despreocupación, con descuido, sin pensar en que algo nos podía pasar, sin la paranoia de que va a venir Baygón a pistolearnos sin más ni más como nos pasa en Guayaquil, donde hay mucha gente que tiene temor de salir y ya no sale por eso mismo, porque todos los días se ve por la TV nacional, noticias de extorsiones acompañadas de atentados, de sicariatos, de balas que estuvieron perdidas hasta que se encontraron con un destinatario inesperado, porque no era para él, pero que cuando toca, te toca aunque te escondas y cuando no te toca, no te toca ni aunque te presentes.

De regreso a casa, a dormir

Regresamos a casa de Italia, ex – casa de Marco, mi cuñado y compadre. Conversa corta y al poco rato, a enfundarnos, a dormir, por suerte ya habíamos comprado los pasajes de regreso porque el regreso señores es en carro de transporte, en un bus de la reina del camino, hay que dormir temprano aunque el viaje no es tan temprano, pero no me gusta andar en las correteaderas. Nos deseamos buenas noches, un hasta mañana que duermas bien y al cuarto se ha dicho. Yo a bañarme primero porque si me acuesto sin bañarme no agarro rápido el sueño.

A dormir, la cama que hace un poco de ruido pero toca acostumbrarse.

SABADO 4 DE NOVIEMBRE DEL 2023

Me desperté temprano como siempre. Yo no sirvo para quedarme en la cama dándome las vueltas, yo soy el que se despierta y tiene que buscar que hacer, leer, escuchar música, ver una película, escuchar algo instructivo o lo que sea. Como mi cuñado Luis, Mercy su esposa y su hijo ya habían partido para El Carmen, ahora sí la sala está desocupada así que aprovecho para ver algo de TV antes de que la familia se despierte.

 


El desayuno viene acompañado de unas tortillas de yuca que sí que estaban recas, recas, recas, con mucho queso chonero, del chicloso.

Luego del suculento desayuno, vamos con todo y maleta a la casa de mi cuñada Rosa, ahí Aurelia aprovecha para conversar con Giovanni, su cuñado de temas reservados, antes de eso habían ido con Italia a visitar a una pariente de por ahí cerca y sí que se tomaron su tiempo, pero promesas de mujeres de que voy y regreso en 15 minutos, usted señor no las crea, eso es igual que las promesas del diablo, de que yo no te voy a tentar, son puras mentiras, al igual de aquella de que entra al comisariato por solo una caja de fósforos y de que en seguida sale, no señor, eso es algo que en el ADN de las mujeres no se encuentra. Bueno, la despedida fue muy húmeda por las lágrimas de mi cuñada quien me obsequió un poco de rompope que yo le había pedido para preparar por navidad galletas y un panetone de rompope, a ver como salen, supongo que reco, reco, reco.

Pregunto si Amira estará en su departamento y me sugieren que la llame, cosa que hago porque quiero aprovechar la visita para afinar la receta del pastelillo y le digo que la masa me queda demasiado suave para trabajarla, ahí me doy cuenta que tengo un error en la receta que ocasiona este problema, tomo nota de ello para que al regreso a Guayaquil, haga las correcciones necesarias para que quede bien, luego les contaré.

Terminal Terrestre de Chone

De donde mi cuñada, al frente del edificio del Sindicato de Choferes de Chone, tomamos un taxi para que nos lleve al Terminal y como llegamos temprano, anduvimos buscando algún chifle o piqueo para el viaje y yo un café, el chifle no lo encontramos, el café si, y probamos por probar un alfajores y unos 3 bombones de chocolate bien presentados y para qué muy ricos, oferta de nuestros pueblos, muy rico y poco explotadas y difundidas.

Son las 15h45


Como a las 15h40 abordamos la nave, nos tocan los asientos 5 y 6, adelante pero el bus no sale sino pasaditas las 16h00. Se supone que solo hace una parada en Portoviejo, pero usted no suponga mucho ni se adelante a los hechos. Alcanzamos a ver 3 películas de corrido, era todo un cine continuo, claro, películas de acción todas. Otra suposición es que la nave, que elegancia, digo el bus no debe recoger pasajeros en el camino, pero también, no suponga, no crea, haga caso omiso de lo que se dice y crea lo que ve, los hechos, lo que decide el chofer, es decir, lo que le da su regalada gana. Pueblo que pasaba, pueblo que paraba, pasajero que veía, pasajero que recogía, asientos camas, pero ya tenía la espalda adolorida y la nalga plana, sin raya, de tanto tiempo pasar sentado. Nuevamente la relatividad del tiempo del pariente Einstein Vera Zambrano se hizo presente y los minutos se tornaron eternos, eternosssssssssssssssss. 


En la terminal de la cooperativa en Portoviejo, la cafetería estaba cerrada, como es feriado, se ve mas triste que difunto sin deudos, al frente unos humildes comedores directos en la calle, vaya usted a saber que servían, no me atreví a preguntar. La supuesta parada era por tan solo 20 minutos, pero esa fue una mas de los supositorios, digo de los supuestos míos, si nos quedamos como 45 minutos porque el piloto de la nave, estuvo esperando a los últimos pasajeros que recién salían de Miami, creo.Lo único que encontramos para comer fueron unas rosqutas dulces con un toque de canela, hechas en Portoviejo, que estaban bastante buenas por cierto.

Hasta que por fin salimos ya nos cogió la noche, cogió no como lo interpretan los argentinos, digamos mejor, que nos alcanzó la noche. Vueltas van, vueltas vienen, nos alejamos de Portoviejo, luego La Pila, luego Jipijapa, el camino de regreso, por ahí en algún pueblo, creo ya en la provincia del Guayas, un accidente, un carro tipo SUV, no tan grande, de color negro, chocado, un poco de gente observando, el tráfico que se vuelve lento, pasamos, no hay para que quedarse, no nos corresponde, supongo que ya la gente había comunicado del particular a las autoridades pertinentes y esta vez, espero que mi suposición si fuese acertada. 

Una experiencia paranormal



No sé donde paró la nave, pero lo cierto es que subieron dos ángeles, disfrazados de humanos, venían cargados, el uno de un canasto y el otro de una funda, traían cosas y comenzaron a transmitir su mensaje de esperanza, sí porque ya habíamos esperado mucho y estábamos con hambre, Un ángel ofrecía tortillas de maíz y de yuca, ambas con queso chicloso y el otro ofrecía bebidas. Era el maná caído del cielo y a tan solo tres tortillas por un dólar, así que saciamos nuestra hambre con dos dólar como dice la gente del Ecuador profundo. Seis ricas tortillas, aún calientes, recas, recas y como decía don Manuelito, esto está gueno don Pepe.

Por fin, nos acercamos  a la gran ciudad

Nos vamos acercando a Guayaquil, Petrillo, La Toma, Pascuales, por fin, enrumbamos a la Terminal Terrestre, llamamos a William, el chófer de confianza que ustedes ya conocen de escritos anteriores, quien nos estaba esperando, no hay nada que decirle de que ad dónde nos dirigimos, él ya lo sabe. Toca solo saludarnos cordialmente, nos pregunta que tál nos fue en el viaje y le contesto que supongo que bien, no, no es verdad, nos fue muy pero muy bien, trajimos algo de verde, de yuca, pero más que todo, trajimos el alma henchida de mucho cariño, como siempre pasa cuando visito a mis cuñados, gente linda, gente hermosa. Siempre deseando volver.

FIN

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Si no te gustó, bueno, supongo que no leíste bien, así que vuelve a leerlo.

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