lunes, 27 de diciembre de 2021

DICIEMBRE 11, 2021 MONTSE

Ella nació en 1950, un 25 de Abril,  la mayor de 4 mujeres de un total  de 7 hermanos. Sufre de Alzheimer, así que de las cosas inmediatas se olvida enseguida, no así de los recuerdos viejos, antiguos, de la gente, de la comida, de las anécdotas, de su corta vida en Bélgica, donde estudió un año de universidad.

Por suerte la crueldad de esta enfermedad no le ha afectado lo generoso de su corazón, porque sigue siendo generosa.

Ahora vive en mi casa porque mi hermana viajó y estuvo ausente por dos meses. Acá pasó con nosotros. Ella quiere ayudar en todo, lavando platos, barriendo, trapeando, ayudando en la comida. Recibe una pensión del Seguro Social muy mínima, apenas la mitad del salario mínimo vital, pero en fin, para algo sirve, y también tiene cobertura en salud.

Hace muchos años atrás, yo le pedí que viniese a Guayaquil, ya que ella vivía en Quito y para ese entonces, ya se encontraba divorciada y sus hijas ya tenían sus compromisos. La petición la hice porque nuestros padres requerían de cuidado, ya estaban mayorcitos aunque por esos días, aún se valían por sí solos y ella por ese inmenso amor que tiene, no dudó en decir que sí y vino y todo el tiempo en que nuestros padres estuvieron vivos, ella se entregó por completo a su cuidado.

Estudió en el Colegio Mercantil donde hizo amistades que aún perduran, su generosidad le hacía prestar hasta sus vestidos a sus compañeras, recibirlas en casa. María fue una de sus compañeras, entrañable, generosa. María vivía en Durán en ese tiempo y luego, no sé porque año, fue a vivir a Estados Unidos, donde la visité, allá por un pueblito llamado Coral Spring, en la Florida, muy cerca de Orlando, donde me recibió junto con Aurelia, mi esposa y mis dos hijos ya que José Carlos aún no había nacido.

María me había conocido desde niño y cuando llegue a su casa, siendo ya un adulto, aún seguía siendo el Pepito para ella. María no tenía nada que darme ni devolverme, pero con gusto nos recibió, devolviendo parte del amor y del cariño hacia mi hermana.

Dios nos da y nos asombra, porque recibimos de otros, muchas veces de extraños, favores y atenciones y creo que en muchos de los casos, ni siendo merecedores de ellos, pero Dios nos quiere demostrar que su generosidad no tiene límite y actúa hasta de forma misteriosa. Y eso es lo bonito.

Ahora Montse debe regresar a Quito con su hija menor, será algo bastante duro dado que no han vivido juntas por muchísimos años, si yo pudiese, la tendría acá pero situaciones familiares y económicas me lo impiden.

Por suerte tiene una salud bastante buena para la edad. Ayer, por media mañana, la llevé a la tercera dosis de vacuna y esta vez le administraron Aztra Seneca, aunque en las primeras dos dosis, recibió la Sinovac, luego a eso de la una y media de la tarde, la llevé donde un prestador externo del IESS, para consulta, donde nos atendió una doctora joven, muy amable quien indicaba los resultados de exámenes de sangre, heces y orina que se le habían practicado y nos decía si los niveles eran altos, bajos, buenos o malos, en fin, en términos generales todo bien, con una ligera infección de vías urinarias y amebiasis, recomendando además tomar más líquidos y mejorar la ingesta alimenticia, suprimiendo algo de harina y azúcares.

Por su condición, Montse se olvida y repite las historias o cuenta historias compuestas de algo que no sucedió. También le cuesta seguir instrucciones y pone los cuchillos y cosas de cocina en lugares distintos a los habituales y nos pone en aprietos porque no los encontramos, pero ya estamos preparados y nos llenamos de amor gracias a Dios para no molestarnos, total, son cosas insignificantes. Una vez perdió un pasaporte de un primo que tenía visa americana y también guardó plata tan pero tan bien guardada, que nunca recordó dónde la había guardado y nunca pudimos encontrarla.

Montse me cuidó mucho cuando era pequeño y luego de joven, y cómo no ser recíproco y devolver algo de ese inmenso amor y cariño.

Siempre me dice que mamá recibió cursos de gastronomía de profesores extranjeros en Quevedo, pero la verdad, es que creo que esa es una historia que la tiene muy fija en su cerebro pero ese hecho nunca ocurrió, estoy por preguntarle a mis hermana Ana María, que es la segunda de las mujeres por si acaso, ella se recuerda de esto y entonces, de ser cierto, sería yo el equivocado.

Yo la llevé donde mi hermana Katy que ya había regresado de USA, le dije que yo no puedo tenerla porque viene mi hija Saskya de Quito, aunque claro que es un tema que de alguna manera puede resolverse, pero a veces tenemos que salir y no podemos llevarla y no hay con quien dejarla. Pensamos con Katy que ella  tampoco debería tenerla ya que la responsabilidad por amor, por cariño les corresponde a las hijas.

Su ausencia se siente por toda la casa, ella toda cariño e ingenuidad por su enfermedad. De verdad se siente un gran vacío y esperamos con Aurelia que la traten bien y la llenen de amor que es lo que ella necesita por sobre todas las cosas.

José Carlos mi hijo, la extraña, por conveniencia le digo, porque ella con mucho cariño queriendo ser útil y más que todo por el amor que ella tiene le arreglaba su cuarto y hasta su ropa.

Katy me contó que había hablado con Lorena, le dijo que aprovechase que Montse tiene  un teléfono celular que le regalaron y que le comprase un chip de manera tal que pudiese llamarla para conversar con ella, pero me dijo que había hecho un gesto como que para qué, como que a ella no le importa ni le interesa el tema.

Montse viajó con su hija Lorena a Quito, según Katy, Lore la había dejado sola en la suite porque según ella, no puede tener a su madre. Es una pena porque a ese paso, Montse morirá de pena, al verse relegada como mueble viejo, como trasto inservible, como estorbo. Lamentablemente, como coincidimos con Sabina, mi hermana que vive en Barcelona, no podemos meternos y es Lorena junto con su hermana Fabiana, las que deben decidir cómo quieren atenderla a Montse. Queda un interrogante y una honda tristeza.


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