EL EDIFICIO
Nuevo o viejo, da igual, aquí o allá, también da igual, idioma, lugar, gente, todo da igual, creo que hasta el planeta da igual porque la única manera de llorar es por los ojos y la única manera de sonreír está en la boca, así que ahí, les va.
LOS PEREZ
Que bonito, que felicidad, que bendición, después de tan larga espera, Patricia quedó embarazada y hoy es el gran día. Vive con su esposo en casa de sus padres, de los de Patricia me refiero. Todos fueron a la clínica maternidad y ahora regresan con un nuevo miembro al hogar, la alegría, por supuesto los embarga. El embarazo tuvo ciertas complicaciones de aquellas normales que dan a las mujeres embarazadas, gases por la presión sobre los intestinos, estreñimiento, infecciones vaginales que surgen por cambios en la acidez pero que con tratamiento acertado se curan. El parto fué normal, no cesárea, todo tranquilo, treinta y seis semanas y afuera. Una niña, dicen que se parece a Patricia, ahora es que Cecilio, su novio, se quedó dormido y fué Patricia quién hizo todo el trabajo aquella noche. De nombre tienen algunas opciones, que si María por su abuela materna y
Victoria por su abuela paterna, suena bonito la verdad, parece que con ese nombre quedará porque como que es de agrado de ambos. Hoy ya es sábado de noche y mañana verán la misa por internet, sí, la misa de ocho de la mañana, para agradecer a Dios y virtualmente consagrar a María Fernanda para que desde ya sea bendecida.
LA FAMILIA PATIÑO ZAMBRANO
Los Patiño Zambrano viven en el piso cuarto del edificio, casi siempre se ven con los Pérez que viven en el piso tres. Vicente, esposo de Pilar, es un hombre muy estricto, tienen tres hijos, dos de los cuales viven en el exterior y sólo les queda Adriana que tiene 16 años y que asiste a un colegio fiscomisional mixto. Vicente es vendedor de una gran empresa y pasa la mayor parte de su tiempo fuera de casa y cuando vuelve, durante las noches, hace sus reportes, se presenta en oficina un día o dos, depende de si hay reuniones y luego vuelve a sus visitas provinciales. Pilar trabaja de profesora diurna y vespertina, las noches la pillan cansada, regresa como se dice, arrastrando las patas, a ver si Adriana no se ha escapado donde alguna de sus amigas, como que medio cocina algo rápido porque tiene que preparar las clases del siguiente día, calificar los exámenes del otro colegio, atender clases virtuales ya que está haciendo un post grado a distancia en una universidad del extranjero.
Una llamada al celular bastó para que el mundo de Pilar se desbaratase, era de la amiga de Adriana, para decirle que estaba en el hospital, no le quiso decir por qué. Rápidamente se vistió, salió volando a esperar el ascensor, sí ese ascensor que ya se queja tanto al subir como al bajar, de esos tradicionales de marcas suizas que ya casi no existen. Bueno, al fin llegó, esperar el taxi que había pedido y decirle al chofer que por favor no se demorara que tenían que ir al hospital, que su hija había sido internada y que no sabía por qué. Los minutos se volvieron eternos pero al fin llegó, Verónica, la amiga de Adriana estaba esperándola, no le quiso decir nada acerca de la condición de Adriana, solo que ya se encontraba bien, que no tenía idea clara de que había pasado y que sería mejor que los doctores le diesen el diagnóstico. Al llegar al piso de la UCI y dirigirse a la estación, le informaron que el Dr. González, se encontraba justo de visita a los pacientes y que podrían hablar con él. Amable, con un gran tino para tratar con pacientes y más con sus familiares, les informó que Adrianita se encontraba fuera de peligro, pero que había llegado presentando un cuadro de euforia acompañado de nausea, vómitos y depresión respiratoria y que se le había administrado naloxona por vía intravenosa y que deberia quedar bajo observación por algunos días para ver cómo iba evolucionando el cuadro. Luego del llanto, Pilar llamó a Vicente quien estaba por el oriente, visitando clientes y que al enterarse de la noticia le dijo que ya salía para Guayaquil, que por suerte estaba a tiempo para tomar el interprovincial que lo llevaría, pero eso sí, que se demoraría cosa de doce horas porque había que hacer trasbordo por los deslaves originados por las lluvias.
LA FAMILIA VERA
Estos sí son manabas, choneros de pura cepa, de este noble pueblo donde si no son primos son parientes y donde han tenido que añadir un alias o mote a los dos apellidos para diferenciarse unos de otros porque Vera Vera, Vera Zambrano, Zambrano Vera hay por montones. Enriquito, el mayor, no por militar, sino el mayor de los hijos es la alegría del hogar, el único que se ha graduado de la Universidad y digo el único graduado porque los otros aún se encuentran cursando años inferiores. Esta noche es la gran fiesta de todos los graduados, seguro que hay que ir con mascarilla, carnet de vacunación y apenas cinco invitados por graduado, pero aún así, no dejarán de ser casi doscientos con profes, autoridades y los etcéteras, así que el asunto está medio complicado por el aforo pero esperaban que no los molestasen y pudiesen bailar hasta el cansancio luego de haber llegado hasta donde habían llegado no sin sacrificios, bastantes sacrificios.
Los Vera Zambrano viven en la planta baja del edificio, ya están todos listos para salir al hotel donde se realizará la fiesta de los recién graduados, por suerte que con esto de la pandemia, la cuota fue bastante razonable porque el bolsillo había quedado bien gastado, pero bueno, agradecidos de Dios por este gran acontecimiento, que hasta la abuelita había venido de Sitio Mosquito, trayendo barraganetes y yucas, huevos de matrimonio, sal prieta, natilla, longaniza, lustrados, alfajores, troliches de Rocafuerte y eso sí, currincho del auténtico, añejado como whisky en canecas plásticas, mezclado con mamey Cartagena y de un cuanto hay para darle ese rico sabor del trago que solo la abuela puede hacer con su receta secreta que por ahí decían que habían venido de Escocia a comprársela pero que ella nunca quiso venderla porque era el orgullo de la familia. Ah, y hasta una tonga le trajo la abuela y una gallina criolla congelada.
LOS DAVILA ESPINOZA
Ellos viven en el segundo piso, siempre se saludan con los Vera Zambrano y con los Patiño y los Pérez, cuando a veces se ven forzados a tomar el ascensor por que van subiendo con el tanque de gas, el garrafón de agua o las compras del supermercado. Tienen una hija con síndrome de Down que ya está entrando en la adolescencia y por eso se encuentran preocupados. Natalia, la chica, nació cuando Amparo, su madre tenía treinta y ocho años y su papá cuarenta y cinco, habían sido advertidos de la posibilidad dada la edad de Amparo, pero lo que mas querían era la felicidad de tener un hijo, una hija. Lamentablemente Natalia nació con tres copias del cromosoma 21 en vez de las dos habituales de toda célula, originada por una división celular anormal durante el desarrollo del espermatozoide de Alberto, su papá,
Encontrar escuelas y colegios especiales para Natalia fué toda una peregrinación. Cuando nació hubieron muchas lágrimas al conocer de su situación y hasta reclamos de esos de que si me hubieses hecho caso, esto no habría pasado. Ahora que Natalia había crecido y dada la edad de ellos, están muy preocupados sobre la vida futura de su hija, de si tendrá amores, de que nadie se aproveche de ella, de que no sufra decepciones, de que pueda llevar una vida normal. Nacidos en el seno de una familia católica, al principio habían renunciado a Dios y luego se habían convertidos al cristianismo buscando una respuesta, un consuelo que creyeron no encontrar adecuado con el padre de la iglesia que habían frecuentado toda su vida.
Buena cronología y seguimiento en el pensamiento. Buena memoria o recopilación de datos. Un poco monótono y aburrido. Lo leí rápido.
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No lo tomes a mal solo soy yo un idiota más.
Escribes muy bien José!.....continua nomás q lo q yo piense no le interesa a nadie.......solo al q quiere mejorar! 👍
Gracias por escribir y comentar, sucede que a veces pensamos que el mensaje está muy claro porque nosotros lo escribimos, pero no siempre es así. La historia pretende presentar las vicisitudes que se presentan en nuestras vidas, alegrías y tristezas a veces en forma simultánea, no importa lugar, raza, religión, status social o condición económica, a todos nos puede pasar
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