martes, 4 de abril de 2023

MI MADRE Y EL COVID

 

LA MOTIVACION

No, no es una nueva variante del COVID 2019, lo que sucede es que esta historia es del 2020 y creo que hace dos días, me llegó la inspiración de escribirla, porque merece la pena, al menos para mí y aunque se que mi madre ya no podrá leerlo, el propósito es dar a conocer sus últimas horas y parte de su ser. Después de algunas selecciones y muchas dudas, decidí poner esta canción de Roberto Carlos, dedicada a su madre Lady Laura, yo se la dedico a la mía: Doña Fanny, como todos la conocían. Luego la saqué porque quise, por hacer mejor, incluir este pasillo titulado el Aguacate, que a mi madre le gustaba, tal vez sería porque preparaba ricas ensaladas con aguacate, ah y nos enseñó de pequeños a comer el aguacate con azúcar.



Si quieres escuchar la canción, favor haz clic en el video

MARTES ABRIL 4, 2023

Hoy se cumplen tres años del fallecimiento de mi madre, Fanny Ventura Yong Olivo de Fun Sang y muere a la edad de 91 años coincidiendo con la edad de la muerte de mi padre, don Jorge Alfonso Fun Sang Segura, ambos rio-enses y también coincidentemente, ambos de padres chinos de Cantón y madres ecuatorianas. Siempre recuerdo que mi querida madre anhelaba que alguna de sus hijas se casara con un chino, pero esto no ocurrió y bueno, no siempre se tiene lo que se anhela y lo que uno desea no es necesariamente lo que la otra persona tiene en mente.

MARTES MARZO 10, 2020

HOSPITAL GENERAL DE LOS CEIBOS

una doctora payasa

Para ese entonces creo que la mamá tenía internada unas dos semanas en el Hospital General del IESS, en Los Ceibos. Yo estaba por uno de los corredores cuando de repente alguien preguntó en voz alta:

-Doctora: algún paciente de la señora Fanny Yong

-Yo: si doctora, soy José Fun Sang, su hijo.

-Doctora: pero usted no es mi hijo, no recuerdo haberme acostado con ningún chino.

-Yo: no sea payasa doctora, yo soy su hijo.

-Doctora: le repito que no tengo ningún hijo chino y además no puede ser que si fuera su madre, sea mas joven que usted.

-Yo: ya déjese de payasadas y dígame que pasa con mi madre.

-Doctora: mire, a su señora madre se le practicó una biopsia pero el resultado no lo obtendremos sino después de unos cinco días en el mejor de los casos.

-Yo: y entonces, mientras tanto qué hacemos?

Doctora: vea don José, yo le recomiendo que saque a su señora madre del hospital, yo le daría el alta hoy mismo, ahora mismo para ser mas exactos.

Yo: como así doctora, pero ella necesita de tratamiento y cuidados que en casa no podemos darle.

-Doctora: don José, tal como están las cosas, si no es mañana, será pasado, pero a como están las cosas, el Hospital cerrará todo tipo de atención excepto para casos de extrema emergencia y para enfermos del COVID única y exclusivamente. Aquí su mamá puede contagiarse y dado el cuadro que ella presenta, eso solo traería más complicaciones a su delicado estado de salud. El confinamiento por pandemia fue declarado por el gobierno nacional, el día martes 10 de marzo.

-Yo: entiendo doctora, entonces usted le daría el alta ahora mismo.

-Doctora: sí, así es. Llévela a su casa, aquí le doy una receta e instrucciones para su cuidado.

-Yo: Gracias doctora. Luego del alta, ahora debía conseguir una silla de ruedas y algún auxiliar para que me ayudase con mamá mientras yo iba a por el carro.


YA EN SANTA CECILIA

Departamento de Katy

El auxiliar me ayudó a llevar a mamá al carro, la senté, tratando de que no se estropeara. Por suerte iba a quedarse en Santa Cecilia en el departamento de mi hermana Katy, que por cierto no se llama así, sino Fátima Eugenia. Creo, me imagino que ya la pobre mamá no era consciente de la situación, mas no así, de sus dolores.

Ya para ese entonces mi hermana, la menor de todos, vivia en Santa Cecilia, en los Ceibos.

A la mamá había que tenerla con pañales y alimentarla y asearla.

Inés, una persona que estaba contratada por Katy, colaboraba con su cuidado, también Aurelia mi esposa ayudaba con esas tareas.

Para ese entonces, yo vivía en Saint Gallén, en la casa signada como A-11, que muchos años atrás había sido comprada por los papás y en la que vivieron por bastante, bastante tiempo.


EL ADIOS DE LOS NIETOS

Miércoles 1 de Abril, 2020

Para ese entonces ya existían restricciones de circulación en todo el país.                             
Todos nos reunimos ese miércoles en el departamento de Katy en Santa Cecilia y con todos me refiero a mi familia. En el departamento de Santa Cecilia solo estaban Katy, su hija Lana e Inés quien colaboraba en el cuidado de mis madre. Allá fuimos nosotros, es decir Aurelia, mi esposa y mis hijos, Saskya la mayor que para ese entonces ya vivía y trabajaba en Quito, Yarita que ya habia formado familia junto a Pedro y tenia a Agustina y José Carlos, el varón, el que hizo que mi padre, Jorge Alfonso Fun Sang Segura, se sintiera dichoso por ya contar con un nieto varón que transmitiera el apellido, cosa que hay que ver actualmente porque dice como que no quiere casarse y no sé si esto implica el no querer tener hijos.

Saskya, mi hija m|ayor, como ya expliqué, trabajaba en Quito. Había terminado su maestría en la Escuela de Arte de Chicago donde también realizo su licenciatura.

Para Saskya sus abuelos eran su adoración. Ya en el año 2014 y mientras cursaba su licenciatura en la Escuela de Arte, había sufrido la pérdida de su abuelo, justo el 26 de septiembre, cuando ya había cumplido los 91 años. Se regresó de Chicago y para ese entonces, vivíamos en Belohorizonte, en la vía a la Costa.

Por suerte, pese a sufrir mi madre de Alzaimer, siempre reconocía a mis hijos, sus nietos. Era de mañana, se le dió de comer algo líquido ya que no podía con los sólidos, pero comió.

Saskya decía de su abuela: "mi china loca", por supuesto, con todo el cariño que ella tenía para con su abuela.

Mamá quiso ir al baño e insistía en ir sola, pero no podía. Aurelia junto con Saskya la ayudaron e inclusive la asearon porque la mamita ya no podía ella sola.

Saskya le conversaba con el cariño y amor que ella profesaba a su abuela querida, rezó con ella por  su salud, pese a saber que ya estaba bastante malita. Había venido de Quito porque no quería lamentarse no haber podido verla cuando aún estaba a tiempo.

Para mi madre, no había preferencia por los nietos, mis hijos, a todos los quería por igual, a todos los había cuidado y todos ellos la amaban, querían y sufrían por su condición de salud tan deteriorada.

Luego de un rezo con la mamá, nos retiramos a Saint Gallén.


SABADO ABRIL 4, 2020

Una muerte dulce

La víspera, el viernes había pasado muy mal la mamá, había que darle un remedio. Yo la llamé a Katy ese sábado a las 8 de la mañana y ella me contestó llorando indicándome que la mamá había fallecido dos horas antes. Una muerte dulce que así se le llama porque uno se muere sin siquiera darse cuenta ya que pasa del sueño temporal al sueño eterno en el segundo en que el oxígeno falta y se muere por paro respiratorio. Mejor que no sufriera más de lo que ya había sufrido.

Madre linda y adorada con todas las imperfecciones que una madre perfecta y humana pueda tener, donde la falta de educación académica era suplida con largueza por el amor y el cariño, corrigiendo con mano firme, tratando de criar hijos de bien, doña Fanny como todos la conocian en Quevedo.

Recuerdo que se arreglaba hasta para ir a comprar al mercado en Quevedo, se maquillaba y se ponía su maquillaje en polvo crema MAJA de la marca Mirurgia de España. Cada fiesta era por supuesto un ajuar nuevo, porque eso era el mínimo requerido por las damas de sociedad de Quevedo, imposible repetir vestido, impensable.

La mamá era excelente cocinera, cocinera fina. En casa más se comía platos digamos internacionales que comida típica ecuatoriana. Me acuerdo que siendo niño, comíamos en tazones, practicábamos con palillos pero recuerdo que con los únicos palillos que me iba bien era con los palillos de diente porque con los auténticos no pude ni puedo. El pavo navideño junto con el relleno, la guanta con pollo al estilo chino, los vegetales encurtidos, eran infaltables para la Navidad. Yo tuve la suerte de que por ser el menor de los varones y el consentido, mi madre me celebraba con sus riquísimas tortas, tanto para el día de mi cumpleaños, es decir el 18 de mayo, como el día de mi santo, los 19 de marzo.

Katy me contó llorando que hasta ese miércoles que fue el último día en que nosotros la vimos, comió, luego cerro sus ojitos y no habló nada hasta el sábado en que falleció.


CUANTO COSTABA UN CERTIFICADO DE DEFUNCION

La muerte es buen negocio

Cómo hacer ahora que estamos en confinamiento para conseguir un certificado de defunción ya que mamá había fallecido en el departamento de mi hermana. No sé cómo de acordé de Ricky a quien llamé y le conté lo que me había pasado y que si conocía a algún doctor quien pudiese ayudarme, puesto que había llamado a algunos doctores conocidos y ninguno quiso o pudo auxiliarme con el tema. Déjame hacer una llamada a un doctor amigo, me dijo y luego al rato me llamó para decirme que llame a x número al Doc, que por suerte era un doctor que también me conocía y que podía darme una mano con el tema. Así lo hice y lo llamé, me dijo yo te firmo el formulario del INEC, tu lo llenas y por ser panas voy a cobrarte solo $150 lo cual me pareció caro, aunque luego me enteré que llegó a cobrarse hasta $800 por el certificado de defunción. Así estaban las cosas por ese entonces.

Para ese día, ya el INEC había arreglado su portal y se podía solicitar en línea, el dichoso documento, para lo cual necesitaba el certificado del Doctor, que por suerte ya tenía. Ahora solo quedaba esperar que se actualizara el sistema para imprimir el documento y proceder con el tema del entierro.


A FALTA DE CAJAS, LAS FUNDAS FUNCIONAN

Las noticias por la televisión nacional no eran para nada tranquilizantes. A los muertos se los dejaba en la calle en fundas negras, a la espera de que el gobierno los recogiese, pero eran tantos y tan pocos los vehículos que no se daban abasto. Se habían abierto fosas comunes y a la espera de poder evacuarlos de los hospitales, se los guardaba en contenedores refrigerados. Se pasaban tomas de médicos y personal de la salud, muriéndose en los hospitales. 


CIUDADES DESIERTAS, FANTASMAS

Pronto, las ciudades del punto comenzaron a parecerse a pueblos fantasmas donde se escuchaba el ulular del viento y se veía una soledad tan pero tan inmensa donde otrora se vieron cientos y hasta miles de persona en su diario ir y venir. Dejamos de ver las noticias, todo era demasiado deprimente, no podíamos salir. Por las calles solo se escuchaban uno que otro carro y el ulular de las sirenas de los carros oficiales, bien sea, policía, tránsito, bomberos, ejército, después silencio sepulcral, sí porque la muerte rondaba a Guayaquil, que tuvo el indice mas alto de muertes por COVID. Por suerte, Saint Gallen tenía peatonales por donde se podía caminar y al ser una ciudadela cerrada, uno podía darse el lujo de hacerlo aunque no faltaba uno que otro vecino que se quejase por dicha práctica.

Y por fin, el sistema del INEC se actualizó y pude imprimir el certificado de defunción de mi madre y con el mismo dirigirme a las oficinas de la empresa con la cual se tenía contratado la bóveda. José Carlos, mi hijo, el menor de los tres, de los tres hijos que yo tengo con la misma mujer aunque no tengo ninguna otra pero lo aclaro por los preguntones y las preguntonas. Me tuve que jalar como 5 horas de sol, en plena calle, hasta que por fin pude entrar a las oficinas, a una sala, donde nos iban atendiendo de a poco. Ingresamos en grupos de a diez ya que para evitar más contagios, las aglomeraciones no debían darse. Después de como media hora de preguntas y respuestas que van y que vienen, me dijeron, ahora debe esperar que nosotros llamemos para indicarle fecha y hora del entierro de su mamá.

Ahora solo quedaba la parte mas dura, conseguir la caja para poder enterrar a la mamá, quien ya tenía cerca de 12 horas de haber fallecido. Mi hermana, junto con Inés, habían procedido a cambiarle su ropita y arreglarla un poco mientras las lágrimas a raudales rodaban por sus mejillas, triste muerte en soledad absoluta porque la pandemia nos robó el último adiós, la despedida, el llanto, las lágrimas.


Y EL TIEMPO SE HIZO UNA ETERNIDAD



Se han dado cuenta ustedes que el tiempo es realmente una variable, no una constante, Así, cuando estamos enfrentados a una tragedia o a un acontecimiento de impacto en nuestras vidas, los minutos no son de 60 segundos, a veces los minutos no son minutos, son cuartos de hora y hasta se nos hacen siglos, así de largos.

No faltaron las historias que se escuchaban mientras estábamos fuera haciendo fila para que nos atendieran. Ahí el dolor nos obliga a ser solidarios y a compartir con extraños la pena. La muerte nos unía. Uno decía que en Jardines, ya todo estaba colapsado, otros contando la historia de un padre que había muerto junto a él, en su carro, cuando luego de un paro cardíaco había buscado hospitales, clínicas donde pudiera auxiliarlo, auxilio que nadie prestó porque el COVID se llevó también muertos no por COVID sino por falta de atención. Gente que pudo haberse salvado, vidas que se extinguieron porque todas las unidades de atención médica, casas de salud, estaban desbordadas. El COVID democratizó la muerte ya que murieron tanto ricos como pobres. Ricos que pudieron enterrar a sus muertos, pobres que tuvieron que meterlo en congeladores o sacarlos a la calle a la espera de que alguien del gobierno los recogiese para luego enterrarlos en fosas comunes de las cuales nunca más se supo dónde, si al final eso no le importa al muerto y al vivo tampoco debiera de importarle.

Llegué a casa a eso de las siete de la noche, sintiéndome aliviado de haber concluido una parte del proceso, mi hijo José Carlos había acudido a recogerme aunque habian restricciones de circulación. Pocos carros circulaban por las calles, ya sabíamos que decir en caso de que algún policía o agente de tránsito nos detuviera, bastaba con mostrarle los documentos de defunción y de servicios exequiales, era suficiente, sin embargo, con lo cansado que estaba, rogué que esto no ocurriera. Me senté un rato en el sofá a descansar y procedí a llamar a mi hermana.


LA CAJA, LA CAJA

La muerte es buen negocio


-Yo: Katy, ya terminé el papeleo de lo de la mamá, toca esperar que me llamen, mientras tanto hay que solucionar el tema de la caja.

Para ese entonces las cajas, ataúdes, féretros, de cualquier clase, madera, metal, cartón, estaban caros, muy caros. La pandemia se había tornado en buen negocio. Surgían las curas milagrosas y sin saber qué hacer, la gente hacía de todo, de todo lo que le decían. Que había que prácticamente bañarse en alcohol al llegar a casa, usar mascarilla todo el tiempo, tomar té de jengibre, hacer gárgaras de agua sal con vinagre, vaporizaciones con hojas de eucalipto, desinfectar todos los alimentos. Los huevos se pusieron por las nubes, llegaron a costar hasta $10 la cubeta de 30 unidades. En Estados Unidos, hasta una funda con pocas hojas de eucalipto se puso cara. Las mascarillas ni se diga, hoy se venden a $1,50 las 50 unidades y en ese entonces llegaron a costar prácticamente $1 cada una. Los féretros eran peleados.

Por suerte, con ocasión de la muerte por cáncer de la esposa de un sobrino, teníamos el teléfono de una empresa que brindaba servicios exequiales.

Aló, aló, sí está usted comunicándose con la empresa x de servicios exequiales, en qué podemos servirle.

Mi hermana le dijo que necesitaba de una caja. Claro que sí, le contestaron. Las tenemos a partir de los $ 1,500 y lo único que le damos son os servicios de formolización de su familiar y asistirlos en el cementerio para la fecha y hora en que lo hayan citado.

El precio se aceptó, no quedaba más, no era tela para regatear, es que no había cómo, los ataúdes escaseaban y había sido una suerte el haber conseguido uno a la primera.

Hablé con mi hermana Ana María, la segunda de cuatro mujeres. Le dije que debíamos dividir este valor entre los 3, prácticamente a $500 cada uno. Por suerte la empresa aceptó cerrar el trato telefónicamente y el pago se lo haría luego de recibir los servicios.

El domingo 5 aparecieron con el féretro, dos colaboradores de la empresa quienes además realizarían el trabajo de formolización de mi madre el cual se realizó en la misma habitación donde había fallecido, a efectos de evitar que este acto tan humano pero tan cruel para el familiar, sea visto. Todo se realizó bien, excepto que no se midió la puerta por la que debía salir el féretro y hubo que hacer movimientos para lograr sacarlo del dormitorio. En fin, gajes del oficio.

Asi que el cadáver de mi madre permaneció desde las 6 de la mañana de aquel sábado, hasta las 6 de la mañana del martes 7 de abril del 2020, en que fue conducido hasta su morada eterna en el cementerio de Samborondón. El féretro había sido envuelto con muchas capas de plástico de aquel que se adhiere, con el propósito de evitar los malos olores propios de la situación. Suena feo y duro, pero así es de cruel el asunto, pensar que ahí dentro yace el cadáver de quien otrora fuera la madre de uno.


MARTES ABRIL 7, 2020

Un adiós en solitario

Creo que fue el domingo que recibí la llamada de la gente del cementerio para indicarme que el entierro se realizaría el martes a las 08h30, lo cual le comuniqué inmediatamente a la gente de los servicios exequiales y a mi hermana Katy. Mire, me dijeron, le recomiendo reunirnos en el cementerio a las 06h30 ya que hay mucho desorden y hemos visto que el entierro se da por orden de llegada más que por la hora que le hayan informado. Como no hay que discutir con el que sabe, le dije que nos veríamos ese día a la hora por ellos sugerida. 

Yo salí de Saint Gallén a eso de las 6h00 para poder llegar al cementerio a la hora sugerida y Katy hizo lo propio. Allá nos encontramos, para esa hora ya habían como unos 12 carros con sus respectivos ataúdes, delante de nosotros. Le dije a Katy que iba a acercarme a la puerta para informarme acerca del procedimiento. Acá en Ecuador, lamentablemente quien es la voz oficial en bancos, escuelas, instituciones del estado y particulares, es quien te abre la puerta, es decir el guardia en la mayoría de los casos, de manera tal que acá la situación era la misma, aparte del guardia, no había ningún vocero oficial quien indicase el procedimiento a seguir ya que las puertas del cementerio se encontraban cerradas y lo que se podía ver eran cantidades de ataúdes, aparentemente de cartón, tal vez unos quince, me imagino cada uno con su respectivo contenido, vaya usted a saber.



De repente se acerca un guardia y le pregunto que como se va a hacer, él a su vez me contesta con una pregunta, de que si conmigo ha venido alguien más, y yo a su vez, también le contesto con otra pregunta, que para qué, como que para qué me responde, porque usted mismo tiene que llevar el ataúd al lugar que le indiquemos. Nadie me había dicho nada al respecto, de haberlo sabido habría conseguido ayuda, tal vez hubiese venido con mi hijo, pero como que habían limitado el número de personas para evitar mayores contagios, solo mi hermana y yo habíamos venido a despedir a nuestra madre. En fin, todo un caos, luego vino alguien con una lista, donde si constaba el nombre de mi madre y me dio el número de la bóveda donde reposarían sus restos mortales, luego de lo cual me retiré hasta esperar que abrieran las puertas del mas allá, es decir, del cementerio.

Por allá, apestaba a mortecina, lo cual no era nada raro ya que alguna gente no se podía dar el lujo de pagar por la formolización del cadáver de su familiar. El COVID castigaba al planeta entero, desnudando lo poco preparado de los países para lidiar con una tragedia de tal magnitud.

Compartiendo penas, conversaba con otras personas en igualdad de situación y escuchamos que alguien preguntaba a un funcionario del cementerio si acaso sabía del paradero de su padre quien había fallecido en el Hospital de Los Ceibos, que le habían dicho que lo buscara en un contenedor, en una funda con un número que le dieron, lo cual procedió a hacer, hasta había tenido que pagar para que le permitieran buscar el cadáver de su padre, con tal mala suerte que habiéndose contentado al hallar la funda con el número que le habían proporcionado, la abrió y el cadáver era de otra persona. Rabia, tristeza, impotencia, ganas de matar por tanta inoperancia, cuán complicado podría ser, asignarle un número a la funda, indicando el nombre de la persona fallecida y su cédula de identidad, además del número del contenedor, quería saber si habían recibido un contenedor del Hospital, con alguna lista para saber si el cadáver de su padre estaba ahí. Por Dios, que desesperación, si bien es cierto que al muerto nada le importa, el vivo, quiere saber dónde está enterrado su familiar aunque este conocimiento poco o nada le sirva porque no cambia para nada la circunstancia de la muerte.

Pronto llaman a los familiares de los muertos para indicarnos el orden en que van  recibir los féretros, que el vehículo tiene que acercarse de retro para que pueda ser embarcado en el coche que arrastra un mini-tractor que lo retirará para llevarlo a su última morada por así decirlo. A mi madre le tocó el número dos, por suerte para mí, porque a ella ya todo le era indiferente, ya todo le daba igual, ya nada importaba. Y es así como habiéndoseme indicado que la recibirían a las 08h30 comprendí que el tiempo es relativo porque en realidad, esa hora se transformó en las 11h30 en la que junto con mi hermana Katy le dimos el último adiós a la mamá.


FELIX

Félix Alfonso Fun Sang Yong, el mayor de los hermanos (Félix Alfonso, Fanny Montserrate, Carlos Emilio, Ana María, Blanca Sabina, José Antonio, es decir yo mismo y mi persona, y la última Fátima Eugenia que no se porqué Félix, le decía Cucusa y todos le decíamos Katy, tremenda confusión), nació un 5 de noviembre de 1948 y murió el 11 de Julio del 2019, según diagnóstico primario, sufrió un coma diabético. A mi madre nunca le dijimos nada, nunca le contamos nada acerca de su fallecimiento y me imagino que por el Alzeimer, la enfermedad que ella sufría, nunca más preguntó por él. Cruel enfermedad esta, borrar la mente de los recuerdos, lo único y lo más preciado que tiene el ser humano, lo más íntimo, lo más privado, aquello que cuando se comparte trae tristezas pero también puede traer inmensas alegrías. 


AGUSTINA


En esos tiempos de la cuarentena, en la casa de St. Gallén vivíamos, siete personas, Mi esposa, mis tres hijos (Saskya, Yara y José Carlos), mi yerno (Pedro Soto) y mi nieta Agustina que había nacido el 30 de Abril del 2019, coincidiendo en el día con la fecha de nacimiento de mi esposa, Aurelia Vera

Agustina fué la bendición que Dios nos envió para poder pasar el encierro de la pandemia y la paranoia colectiva, sin volvernos locos.

Era tan agradable verla crecer, de un paquetito inmóvil en la cama, a luego moverse hasta que Aurelia, mi esposa, su abuela, le enseño a bajarse de la cama, despacio, sin apuros para no caerse, tal como les había enseñado a mis hijos. Luego vino el gateo por el piso, y cuando sus piernas fueron lo suficientemente fuertes, el consabido paseo con el andador que solo le duró como 15 días. Era un gusto y un susto verla como se deslizaba en loca carrera desde el dormitorio en la planta baja hasta la puerta de salida al patio social y como había aprendido a frenar en el último milimetro y nanosegundo, abriendo sus piernitas. Luego comenzó a caminar. Por aquellos tiempos como se dice en la Iglesia, yo preparaba cakes mientras la tenía en mis brazos y le decía que cuando fuera grande le iba a dejar mis recetas y el negocio, cosa que espero cumplir.

A Agustina le gustaba prender y apagar las luces, luego aprendió a subir las escaleras pero claro, el bajar, se le hacía difícil, le daba miedo, cosa comprensible.

A la fecha de fallecimiento de mi madre, Agustina había cumplido su primer añito de edad. Dios nos hizo un trueque que valió la pena, Se llevó un ángel y nos entregó otro a cambio.

Pero sí, fueron tiempos bellos, inolvidables, bonitos en medio de tanta tristeza y aislamiento. Ahí, comencé a experimentar con nuevas recetas, mis hijas hacían mascarillas faciales, hasta el manicure y el pedicure nos hacía, hice chimichurri, quesos frescos, pimientos encurtidos y caramelizados, pork belly, char siu, tau sar, en fin, fueron tiempos entretenidos y de los cuales salimos "victoriosos" por decir algo.

MAYO 14, 2023

DIA DE LAS MADRES 

Que bonito, la maravilla de la tecnología, estaba escuchando Lady Laura, de Roberto Carlos, la canción que inicialmente te había puesto querida madre y que luego la cambié por una que a tí te gustaba mucho, por el pasillo el Aguacate, y al escuchar Lady Laura, me acordé de tí, porque esa canción me pega mucho. Me acordé cuando celebrábamos el día de las madres y tú siempre preparabas algo, algo muy rico, una ensalada, me acuerdo de aquella ensalada que le ponías espinaca y esos palitos de papa frita y entonces quedaba una ensalada rica y crujiente. Todos llevábamos algo para servir a la mesa, 


ALGO SE ME FUE CONTIGO MADRE


FIN

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1 comentario:

  1. Gracias primo, ahora que la tecnología me lo permite, puedo escribir sin tener que pagar a una editorial y haciendo cuantas actualizaciones se requieran ya que si bien es cierto que la historia, por ser historia es estática, el escritor no lo es y de repente recuerda un hecho memorable que debe incluirse. También el propósito es dejar algo escrito que nos sirva para cuando la memoria nos traicione.
    Un abrazo

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