domingo, 26 de mayo de 2024

AGUSTINA Y LA FELICIDAD

 A, A, AGUSTINA


Como algunos de mis amables lectores ya conocen, tengo una linda nieta que se llama Agustina, quien este pasado 30 de abril cumplió 5 añitos de risueña existencia como acostumbraban a decir en Radio Cristal, la radio del pueblo, antecesora de tik tok y del wasap, sí, esa que mantenía a la gente informada, que avisaba a los familiares de doña Pancreatitis de las Mercedes Andrade Moreira que la esperaran con caña y hamaca porque regresaba aún enferma del Guayas, que la operación había sido exitosa pero que aún no podía caminar. No, no hubieron mensajes musicales como anunciaba CARR, el propietario de la emisora, don Carlos Armando Romero Rodas, con felicitaciones para la linda niña allá en Évora, Portugal, deseándole lo mejor de parte de sus abuelos don José Antonio y de doña Elda Aurelia. Lo que sí hubo gracias a la tecnología, fue una video llamada, así como un helado que su tío, José Carlos le compró en alguna tienda del pueblo y que le llegó por algún servicio de entrega de esos que ahora existen en todo el mundo. Ya no hubo el aislamiento que vivíamos cuando yo era niño, de cuando vivía yo en Quevedo, y eso de que mi padre tenía un teléfono ERICSSON en casa y que podíamos hacer llamadas de larga distancia nacional e internacional, pero sí que era todo un trámite, pero al fin y al cabo podíamos hacerlo y de decir que podíamos enviar algo, bueno, no existían los servicios de correo internacional que hacen llegar las cosas a domicilio en pocos días, no, acá había que confiar en que en Correos del Estado no se perdieran las cosas en otro destino o en otro bolsillo, vaya usted a saber, amén de ir a entregarla a la única central de correos que había en cada pueblo. Pero bueno, luego de desviarme algunos kilómetros en el recorrido de la memoria, en la revisión de los recuerdos lo que quería traer a colación es algo totalmente diferente a lo que hasta aquí les he contado, aunque se mantiene el único elemento en común de la historia y protagonista de la misma, mi adorada y única nieta Agustina, pero no voy a hablar de lo contento que estoy porque ya se va integrando con sus compañeritos de escuela y de que la escuela me parece bonita, allá pasa hasta las 17h00, horario que aún se mantiene en España y Portugal, no sé en que otros pueblos más, pero lo cierto es que permite a los padres de los niños, la posibilidad de trabajar si necesidad de hacer un intermedio para recogerlos y ver quién los cuida hasta que ellos puedan retornar a casa luego de la jornada de trabajo.


Hoy tocaremos un tema tan bonito como es el de la felicidad, sí, de esa felicidad que reside en nuestra mente y en nuestros corazones y que no se apalanca en el bolsillo y que no está vinculada  posesiones materiales o logros externos, sino a la percepción interna y a nuestro estado emocional, porque está caracterizada por sentimientos de alegría, contento y satisfacción y es que la felicidad es más un camino que una meta final, es un proceso constante de encontrar placer y significado en las experiencias diarias y en la vida en general.

A veces creemos erróneamente que la felicidad es un estado permanente, no, no lo es, es que no hay quien pueda vivir eternamente feliz ya que la vida nos presenta altibajos y somos nosotros los que tenemos que enfrentarlos, hacernos los indiferentes o desmoronarnos, derrumbarnos, sucumbir, pero eso no, hay que caerse cien veces y levantarse ciento un veces, claro que sí. Es un estado que requiere fuerza y conciencia para mantenerlo.

Todos los días se presentan obstáculos que atentan contra nuestra felicidad, llámense estrés, la ansiedad, la insatisfacción, la comparación constante con los demás, que si fulanito tiene el último celular, el carro más caro, la casa más grande, la esposa más bonita y no nos damos cuenta de que aunque lleguemos a tener de todo eso, alguien nos superará en el minuto siguiente y entonces volvemos a la insatisfacción, a la competencia por quién tiene más, y no al estado de quien vive mejor con lo mismo, lo cual no quiere decir que nos contentemos en la miseria y en la pobreza sino de que dejemos de ligar a la felicidad con el solo tener cosas.

Una actitud negativa o la falta de gratitud y apreciación pueden dificultar la experiencia de la felicidad.

Me voy a permitir mencionar algunos factores que contribuyen a la insatisfacción y atentan contra nuestra felicidad:

·         Comparación Social: El compararnos constantemente con otras personas que tienen más bienes materiales o un estado más alto que el nuestro, puede llevarnos a sentimientos de inferioridad y envidia.

·         Expectativas Sociales: La presión de cumplir con ciertas expectativas sociales sobre lo que se considera exitoso o valioso puede crearnos una satisfacción de que nunca es suficiente.

·         Consumo Material: La creencia de que la felicidad se obtiene sólo a través de la adquisición de bienes materiales puede sernos una fuente de insatisfacción, ya que las cosas materiales suelen proporcionar satisfacción temporal, cuidado con eso.

·         Influencia de los Medios: La exposición constante a imágenes y mensajes en los medios que glorifican el estado de vida opulento puede distorsionar nuestra percepción de lo que es realmente importante y necesario, lo cual me trae recuerdos de dos marcas de cigarrillos muy famosas aquí en Ecuador donde se glorificaba el estilo de vida, el uno, apelaba al hombre macho, rudo, tosco, fuerte, a la vida sencilla y la otra marca se enfocaba en la diversión, en las fiestas, en el gozar de la vida en todo momento, en la gente linda, porque en esas propagandas no había gente fea como yo, la vida era una fiesta constante, con carros de lujo, ropa de marca, de diseño, y ya ven, ya me estoy comparando y causándome insatisfacción.

Pero lo bueno frente a esto es que si hay maneras de combatir esa insatisfacción que atenta contra nuestra felicidad:


1.       Gratitud: Practicar la gratitud por lo que ya se tiene puede ayudar a cambiar nuestro enfoque de lo que falta a lo que ya se posee y se valora, hay que ser agradecido sino es con Dios, es con la vida, nuestra pareja, nuestros hijos, nuestros nietos, nuestros amigos que no necesariamente serán un millón de amigos como dice Roberto Carlos en su canción.

2.       Redefinir el Éxito: Debemos  redefinir lo que significa el éxito personal, enfocándonos en el crecimiento, las relaciones significativas y las experiencias en lugar de los medios materiales.

3.       Atención Plena: Hay que practicar el AQUÍ Y AHORA para apreciar los momentos y las cosas simples de la vida.

4.       Limitación del Consumo de Medios: Reducir la exposición a los medios que promueven estándares poco realistas de riqueza y éxito, que si no hago esto o aquello, no estoy en nada, que sí no tengo la dentadura más blanca, la sonrisa más radiante, no soy feliz.

5.       Enfocarse en Valores Personales: El enfocarnos en valores personales y en lo que realmente importa a nivel individual y comunitario en lugar de seguir ciegamente las tendencias y expectativas externas, de estar siempre siguiendo a los influencers, de que a dónde van, que hacen, que comen, qué te importa ser como ellos y no ser como tú mismo.

Pero, pero, en dónde quedó Agustina en medio de todo esto, la tan mentada historia que nos ibas  a contar?

ARQUITECTA RECURSIVA


Sin más ni más, luego esta corta introducción, ahí les va el tan esperado cuento:

Como es de vuestro conocimiento y si acaso no lo saben, qué importa, en Evora hay mucha humedad en los meses de Noviembre a Abril, alcanzando picos de hasta un 80% y mi hija comentó de este tema a Paulo, su casero, hombre amable, atento hasta generoso puesto que al saber que tenían que ir hasta Lisboa a continuar con el trámite de la residencia, no dudó ni un minuto en decirles que el departamento suyo que queda en pleno centro de la ciudad, podían ocuparlo y sin costo alguno. Paulo enseguida contactó a un técnico y compró un deshumificador para solucionar este problema, el hombre lo instaló a satisfacción y se fue, pero en el depa quedó la caja de cartón que lo contenía, pasando días olvidada en un rincón, esperando un destino final incierto y cruel, pero no, ella tenía un propósito más noble. Hace cosa de unos cuatro días, Agustina tuvo la idea de hacer de la caja de cartón, una casa, me imagino que pidió la ayuda de Pedro mi yerno y/o de Yarita, mi hija y entonces, con un estilete, le hicieron una puerta, la casa sin techo, se lo volaron, pero como todo se aprovecha, se recicla, con ese sobrante de cartón, Agustina le hizo unos dibujitos y se construyó un celular de última tecnología que no necesita de operador y que es completamente gratis y que basta con decir abuela o abuelo para estar conectados, sin más instrucciones, sin aplastar botones o cosa parecida. Y sucedió lo bonito, cuando mi hija hizo la video llamada, Agustina nos mostró su casa de cartón,  estaba feliz, muy contenta, nos la enseñó, se metió en ella, donde apenas cabía, cerró la puerta y nos llamó desde su teléfono, es más, con el resto de cartón que aún quedaba, le dijo a su mamá que le hiciera una Tablet y esa gran alegría, esa sonrisa tan linda, no contaminada, de los niños que saben ser felices no con poco, sino con lo que tienen a la mano, con el AQUÍ Y AHORA, me llegó, me pegó, porque eso es lo que muchas veces hemos perdido y que atenta contra nuestra felicidad.

No, no me he olvidado de la historia principal, motivo de este circunloquio, pero como ustedes saben, ésa es mi técnica favorita para adornar una historia y es que dicen que todos los caminos conducen a Roma, y yo para irme directo de Quevedo a Guayaquil, subo por La Maná, hasta Latacunga, me voy a Ambato, a Riobamba, visito la Iglesia de la Natividad de Balbanera, esa, la que fue construida en el 1534 a pocos años de la llegada de Colón a las Américas, esa que queda allá en Colta, para los que leyeron mi historia anterior.

Es que yo que aún no he aprendido a decir, el hombre se petateó, se murió, quedó para el sobre y ando contando la historia de cómo perdí virginidad en Quevedo, tierra del mejor chaulafán del Ecuador y de que cuando estudió en Canadá, Félix, su hermano mayor, ya fallecido, le dijo que era un burro y que nunca iba a aprender a hablar Inglés y les cuento del jugo de mandarina de cuando fui a hacer un trámite a una entidad burocrática en el centro de Guayaquil y de cómo pasé por el Cementerio General de Guayaquil que es más bonito que el de New Orleans, sí, así soy yo y me divierto contando historias, inventando algunas veces lo que no he vivido y por eso es que ahora quise hablar de AGUSTINA Y LA FELICIDAD.

 FIN

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