lunes, 5 de agosto de 2024

MATA MAS QUE LOS SICARIOS




LA INDULGENCIA

José era un hombre de 60 años que siempre había llevado una vida bastante activa. No tenía sobrepeso y disfrutaba de largas caminatas diarias por su vecindario en Ceibos Norte. Su empresa de catering en Guayaquil le mantenía ocupado, pero también le daba acceso a una variedad de alimentos y bebidas.

Una de sus pequeñas indulgencias era una botella de cola negra de 375 cc que tomaba casi todos los días para refrescarse y darle un impulso de energía durante las largas horas de trabajo. José nunca se había preocupado demasiado por leer las etiquetas nutricionales. Creía que mientras se mantuviera activo, no tenía que preocuparse por su dieta.

LA IGNORANCIA ES ATREVIDA

Lo que José no sabía era que esa pequeña botella contenía alrededor de 40 gramos de azúcar, una cantidad que excedía las recomendaciones diarias de ingesta de azúcar para su edad y estilo de vida. Al consumir una botella diaria, José estaba ingiriendo más del doble del azúcar recomendado, sin contar el azúcar presente en otros alimentos que consumía durante el día.

LAS CONSECUENCIAS

Con el tiempo, José empezó a notar algunos cambios en su salud. Se sentía constantemente cansado, tenía una sed insaciable y comenzó a perder peso sin razón aparente. Al principio, atribuyó estos síntomas al estrés del trabajo y al envejecimiento, pero cuando empezaron a afectar su capacidad para manejar su negocio, decidió visitar al médico.

EL DIAGNOSTICO


Después de varios análisis, el diagnóstico fue claro: diabetes tipo 2. José estaba sorprendido y confundido. Siempre había pensado que la diabetes era una enfermedad que afectaba a personas con sobrepeso o que llevaban una vida sedentaria. No entendía cómo le había sucedido a él.

Su médico le explicó que el consumo excesivo de azúcar, incluso sin ser consciente de ello, había sobrecargado su sistema y llevado a su cuerpo a no poder regular adecuadamente los niveles de glucosa en la sangre. La cola negra que tanto disfrutaba era una de las principales culpables.


José decidió tomar el control de su salud. Comenzó a educarse sobre nutrición y a leer las etiquetas de los productos. Se dio cuenta de que muchas de las cosas que consumía a diario contenían altas cantidades de azúcar añadido. Cambió su dieta, eliminando las bebidas azucaradas y optando por alternativas más saludables. Aumentó su consumo de frutas, verduras y proteínas magras.

Con el tiempo y mucho esfuerzo, José logró estabilizar sus niveles de glucosa y mantener su diabetes bajo control. Aunque lamentaba no haber sido más consciente antes, estaba agradecido por la segunda oportunidad de cuidar mejor de su salud. Y siempre que veía una botella de cola negra, recordaba la lección que había aprendido y se aseguraba de compartir su historia con otros para que no cometieran el mismo error.

FIN

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