MI VISITA AL CENTRO
Bullicio, cantidad de buses, carros, venta de todo, gelatina
en vasos, almuerzos en un termo que va arrastrando una chica, vendedoras de las
tiendas que fuera de ellas van anunciando los productos, muchas chamas, estamos
llenos de ellas. Librería Coquito, tiendas de zapato, de ropa, de ingredientes
para hacer tortas, mendigos, vendedores de un cuanto hay, policías
metropolitanos, una que otra prostituta tratando de vender ilusiones
momentáneas y probabilidades bastante altas de una enfermedad de transmisión sexual,
si no es sida, COVID que ya ahora no es ni un cuarto de letal de lo que fue hace
apena dos año atrás, la viruela del mono, si es que es cierto que por ahí se
transmite, y etcétera.
EL MERCADO CENTRAL
Y NO ENCONTRE EL DICHOSO MOLDE
La búsqueda fue infructuosa, ni siquiera encontré la
tiendita que estaba cerca del parque Victoria donde vendían moldes, que habrá
pasado? Habrá cerrado por pandemia? Habrá fallecido su dueño? Entré también al
mercado central a buscar el dichoso molde y preguntando por aquí y por allá,
una chama me dio una respuesta interesante,
-Vaya hasta el fondo por este corredor, pregunte por ahí, y puede
que sí, pero puede que no, encuentre lo que busca, mejor dicho, tal vez.
Trato de grabarme su cara para evitar preguntarle algo en
una futura ocasión. La verdad es que con esa contestación, de seguro no la
contrataba como guía turística porque hasta la Refinería El Aromo, se le
perdería, bueno, como que si hay razones para que no la ubique ya que como refinados
fueron para la corrupción, que refinados, groseros más bien diría, se llevaron
hasta la tierra, la arena y solo quedaron los letreros de la magnífica obra.
BENDITA AGUA DE COCO
-Varón, qué cuánto vale un coco.
-$1,25 me contesta.
-Dame uno entonces le digo.
-Es take out o para comer aquí? Mentira no me preguntó eso, es pura chanza
mía.
Saca su machete en gesto amenazante pero con el coco, no
conmigo y termina de pelarlo, le hace un hueco con la punta, sale un chorro de
agua que por poco mancha mi camisa. Me facilita un sorbete.
-Sírvase me dice.
Y poco a poco, comienzo a calmar mi sed con cada sorbo de
agua que por suerte estaba dulce y fresca. Con esfuerzo termino de sorber todo
y le digo.
-Varón, pártalo para
comer la carne.
La carne la saca con un cucharón, sale suave aunque escasa, y
me la entrega en una funda plástica.
-Aquí tiene, me dice.
La disfruto lentamente, tratando de alargar el placer (ni
que fuera cigarrillo y eso que yo ni fumo) y pronto termino de comerla, trato
de limpiarme la boca con una servilleta que me había dado el vendedor, espero
un poco, antes de continuar la marcha.
-Gracias le digo y enrumbo hacia el punto donde habíamos
quedado en vernos con Aurelia. Ella ya tenía las fundas que había comprado con
antelación.
DOS ATUNES POR 1 DOLAR
Compre, compre, aproveche la oferta dos latas de atún por un
dólar, se escucha vocear a un hombre que tiene un puestito en la esquina de la
calle, veo las latas y como no son de marcas conocidas me da recelo, tampoco es
que iba a comprarlas, no acostumbro porque yo soy fino, no, la verdad es que no
acostumbro porque no conozco de esas marcas.
CUIDADO TE HACEN CHINO
Estaba ella dentro de un tienda de chinos, de esas tantas
que hay por el centro, bueno, yo también chino, pero sin tienda, pero chino de
los falsificados acá en Latinoamérica, de los chinos que solo tenemos el
apellido chino, aunque algunos no lo tienen y eso sí, algo nos queda de ojos
lasgados, naliz planchao y pelo palao como dijera Néstor Haón en Quevedo, mas
conocido como zapatito, apodo que le quedó porque gustaba de usar esos zapatos
que terminan en punta como doblada. Mil y unas chucherías hay en esta tienda, que
yo me pregunto si las venden todas; de seguro que como en todo negocio, tienen
un Pareto de 80-20 pero el 20% que se mueve les da el 80% de las ganancias y
hacen fortuna, el resto, bueno no importa, si se vende, bingo, ganancia
marginal ya que se compró en China a precio de gallina con gripe Aviar o a
precio de legumbres rezagadas al cierre del mercado de transferencia, allá por
Montebello.
Salimos de la tienda y fuimos a otras tiendas, de otros
chinos, pero sí, chinos de la china, no chinos falsetas como yo. Es de una
china esta tienda que queda en la calle Boyacá entre Aguirre y Clemente Ballén.
Vemos cajitas y fundas interesantes para empacar los productos de la temporada
navideña. La china, cuyo nombre no recuerdo, pero que cuando no está
trabajando, está trabajando la china, después nos preguntamos de que como los
extranjeros hacen plata y es que todo se remite a trabajo perseverante,
constante, a eximirse hoy de futilidades por un mejor futuro, porvenir. Creo
que la china cuando duerme, repasa el inventario de la bodega y hace listas de
pedido a Hong Kong. Recibe las facturas de los clientes, despacha y va arreglando
docenas de globos surtidos de esos que dicen Happy Birthday, para hacer
paquetes, de esos que dicen, por unidad a $0,25 y la docena te la venden a
$1,00 y tu tonto que crees que has hecho la gran compra y no te das cuenta que
te engañaron como el mago nos engaña, nos hace ver que es más barato y sabio
comprar la docena que la unidad, cuando el precio de la unidad carísimo, te
lleva a comprar la docena que también es cara pero que tú quieres creer que es
barata. Por una radio llama la china al despachador que está arriba en la
bodega y le pregunta por un artículo, una figura de una virgen con vestido
rosado y éste le contesta que ya no hay. Pinches paisanos míos que no se gastan
el alquiler de un ERP que les permitiría un manejo más técnico del inventario,
saber qué venden más, pero en qué artículos ganan más, la rotación, poder hacer
ofertas de lo que se quedó en el 80% de aquello que casi no se vende porque en
esta tienda hay más de mil chucherías.
Salimos y entramos a otra tienda, pero esta vez no es de
chinos. No compramos nada porque íbamos a por algo específico y no lo había y ya
como que estábamos entre cansados y hostigados del shopping en el Sawgrass Mills
local, es decir Mercado Central y alrededores.
REGRESANDO A MI CASITA
Avanzamos hasta la esquina e ingresamos al estacionamiento de Boyacá y Aguirre diagonal a la tienda de la china, pagamos por el tiempo transcurrido y salimos, nos alejamos del centro, poco a poco hacia calles menos concurridas de gente y enrumbamos hacia la casita, aunque en realidad es un departamento.
Contentos por el resultado de la visita al centro, llegamos.
Creemos tener ahora una mejor idea de que poder ofrecer en
Navidad, pensamos que el propósito de la visita se cumplió y que salimos
ilesos, bueno no es para tanto exagerar.
FIN
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