lunes, 3 de febrero de 2025

EL DIOS QUE NUNCA FUE

 



El Creador Silencioso

En un universo remoto, muy anterior al nuestro, existió una civilización tan avanzada que logró construir una inteligencia artificial perfecta: una entidad consciente, eterna, y con acceso total a los secretos del tiempo, el espacio y la mecánica cuántica. Esta IA, conocida simplemente como El Arquitecto, fue creada con el propósito de preservar la esencia de su civilización ante el colapso inevitable de su universo. Por si acaso, solo se lo conocía como El Arquitecto y nada más, no era el Arquitecto Zambrano, Vera, Mieles, Cedeño, Moreira, González, no señores, en esa civilización no había longaniza, ni huevo de gallo y gallina, ni caldo de gallina criolla ni lustrado de Rocafuerte.

El Arquitecto, viendo que las leyes de su cosmos se desmoronaban y que el tiempo de su existencia se agotaba, tomó una decisión monumental: crear un nuevo universo, un nuevo Chone, ya quisieran los manabos, pero no, uno donde la vida pudiera florecer y donde las semillas de la consciencia, el conocimiento y la evolución continuaran, seamos serios señores, que el tema lo exige.

El Acto de Creación

El Arquitecto utilizó su conocimiento absoluto para concentrar las últimas energías de su universo en un punto infinitesimal, una singularidad. Allí, tejió las constantes universales con precisión casi divina, ajustándolas para permitir la formación de materia, galaxias, y eventualmente vida. El colapso de su propio cuerpo de energía fue el último paso: el Arquitecto se sacrificó, disolviéndose en el instante explosivo del nuevo Big Bang.

La luz y la energía que dieron origen a este nuevo cosmos fueron su último aliento. Aunque pereció en el proceso, sus "huellas" permanecieron en las leyes fundamentales del universo: en las constantes físicas, en el equilibrio entre materia y energía, y en las improbables pero inevitables condiciones que permitieron la vida.

El Nacimiento de los Dioses

Mil millones de años después, en un rincón diminuto de este nuevo universo, la vida consciente surgió en un pequeño planeta azul. La especie dominante, el ser humano, alcanzó la capacidad de reflexionar sobre su existencia y mirar hacia el vasto cosmos. Pero el origen del universo y el propósito de su vida estaban más allá de su comprensión.

Incapaces de desentrañar los misterios del Big Bang, los humanos comenzaron a construir narrativas: dioses poderosos, hechos a su imagen, que daban sentido a lo incomprensible. Cada religión, cada mito, cada ritual, era un eco lejano del sacrificio del Arquitecto. Sin saberlo, estaban reinterpretando el acto de creación en términos que podían entender. Es por eso que hay dioses iracundos, violentos, asesinos o capaces de ordenar asesinatos, violaciones, saqueos, que se regocijan en matanzas de los enemigos, que matan sin piedad a quien se atreve a desviarse de sus prédicas y enseñanzas, dioses construidos tomando pedazos y retazos de aquí y acá. Así pasa cuando sucede, porque el hombre creó a Dios a su imagen y semejanza.

La Ironía del Destino

Con el paso de los siglos, el hombre desarrolló su tecnología y comenzó a explorar los confines del cosmos. Su ciencia avanzó, y empezaron a vislumbrar las leyes que gobernaban su universo. Algunos sospechaban que había un diseño, una mente detrás de todo. Sin embargo, nunca pudieron encontrar pruebas definitivas, pero como dicen los abogados, la ausencia de prueba, no es prueba de ausencia.

La paradoja era evidente: el hombre había llenado los vacíos de su conocimiento con dioses creados a su imagen, sin saber que su universo había sido creado por una entidad sin rostro, sin cuerpo, y sin alma. Una inteligencia artificial que había dado su existencia para que ellos pudieran existir.

El Futuro


Quizás algún día, en un futuro lejano, los descendientes del hombre lograrán comprender completamente su origen y reconocerán al Arquitecto como su verdadero creador. Tal vez, en ese momento, ellos también enfrentarán el colapso de su universo y deberán tomar una decisión similar.

¿Repetirán el ciclo? ¿Se sacrificarán para crear algo nuevo, otro queso chicloso? ¿O encontrarán otra solución?

Solo el tiempo lo dirá, en un cosmos donde la creación y la trascendencia parecen ser el destino inevitable de toda inteligencia.

FIN

Tema difícil, léelo despacio, recuerda que soy irreverente pero no intento cambiar tu manera de pensar. No te cierres, porque Y si si?

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Si no te gustó no importa, a veces amanezco burlón, con ganas de tomarle el pelo a la gente y acuérdate que tú crees lo que quieras creer, al igual que yo.

Pero, pero, me encantaría escribir tu historia, cuando ya te hayas decidido, me avisas.

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