NO ES FACIL
Quien diga que perdonar es fácil, te mintió, la ofensa, real o ficticia, duele, y digo ficticia, porque a veces la ofensa está en nosotros, nadie nos ofendió pero nos sentimos ofendidos, y como la palabra es poderosa, penetra hasta el tuétano y nos afecta porque nos duele, nos duele mucho, nos sentimos heridos, lastimados y entonces nuestra sangre se va haciendo negra, mas espesa, la vista se nubla y oscurece, entonces el músculo cardíaco, pierde su elasticidad, el corazón se vuelve duro, la temperatura del cuerpo baja porque nos volvemos fríos, si ya parecemos serpientes que toman el calor del exterior y como no generamos calidez, no recibimos calidez, sino frialdad, porque hemos desarrollado un caparazón duro, durísimo.
Ese sentimiento, justificado o no, encadena, la cadena es larga y pesada, limita nuestros movimientos pero no queremos darnos cuenta de que está ahí.
Afectamos a nuestra familia y amigos, todo en nuestra vida está condicionado por el sentimiento mas vinculado a la ofensa, que es el odio, el rencor, esa bilis que ha matado el dulzor de nuestra boca, que ha cambiado un aliento fresco por uno cargado, recargado que a veces hasta hiede.
Y tu rostro cambia también, la sonrisa desaparece, te vuelves una persona amargada, resentida, triste, tóxica como se dice ahora y como toda cosa tóxica, contaminas todo lo que gira alrededor tuyo, tu familia, tus amigos, tu trabajo, tu empresa y lo que es más importante, afectas tu relación con Dios. Y pasas de ser esta persona toda alegre
A convertirte en una persona amargada y hasta vieja porque te llenas de arrugas de fealdad, porque ya dejaste de reir, porque la sonrisa tiempo ya que dejó de golpear tu puerta, y entonces te ves así.
Hasta tu salud se ve afectada, ahora sufres de todo porque tu corazón sufre, tu cerebro funciona pero para lo malo, los sentimientos ahora son al revés, sufres cuando tu ofensor triunta, cuando le va bien y te alegres cuando el otro se enferma, cuando se quedó sin trabajo, cuando tuvo algún quebranto familiar, de salud, económico. Y crees que yendo al sicólogo que te recomendaron, te vas a curar, y no va a pasar nada porque el trata de hacer cambiar tu mente, pero no es ahí donde está la herida, no es por ahi por donde te duele. Te duele el corazón y te duele mucho y no hay medicina en el mundo que te lo cure, porque las pastillas te la dan para el cuerpo, pero lo que necesitas es pastillas para tu corazón.
EL OFENSOR
Sabes, tal vez el ofensor se murió, pero la ofensa sigue en tu corazón, quizás se mudo lejos, pero la ofensa sigue en tu corazón, quizás nunca te ofendió de verdad, pero tu te sentiste ofendido, tal vez si te ofendió de verdad, puede ser que el supuesto ofensor ya se olvidó de todo, porque para esa persona, la ofensa nunca se dió, pero sigue en tu corazón.
Como Dios te da solución para todo, te dice ahí está el Perdón, yo te lo doy para que lo uses sabiamente, si yo perdoné tus ofensas y pecados como tú no vas a perdonar y claro que no es fácil, pero sabes qué, el perdón es liberador, porque rompe esas cadenas pesadas que llevabas por tu vida, que arrastraban, que hacían tu caminar mas lento, que te robaban el oxígeno.
Ahora sucede que como tú ofendiste a Dios con tu rencor, con tu amargura, tienes que arrepentirte y pedirle perdón a Dios, si, así como lo escuchas, porque tu ofensa a Dios fué real. No son pastillas que necesitan tu cuerpo o tu mente, esas pastillas tienen efectos secundarios nocivos, pero el bálsamo de Dios tiene efectos permanentes en tí, Pídele perdón a Dios y sanarás porque el cerrará la herida de tu corazón. Cuando el perdón de Dios te haya alcanzado, entonces tú también podrás perdonar. Pero no te confundas, tu perdón no está condicionado a que la otra persona te lo solicite, al final, es tu vida, el afectado y enfermo eres tú, porque tu relación con Dios se afectó, entonces tu eres quien debe de perdonar para liberarse.
Ese sobrepeso de 100 libras de rencor, de amargura, de frustración, de odio, de ira, de coraje ya dejarán de afectar tu cuerpo, te darás cuenta de que ahora puedes correr, saltar y brincar, y tu rostro pasará de amargura a dulzura, muchas arrugas de tu cara se desvanecerán, créelo, es verdad, y sanaras también de tu cuerpo, acuérdate de que Dios es la única medicina que de verdad sirve, no cuesta mas que pedirla de corazón, y sí, si tiene efectos no secundarios, tiene efectos protagónicos y no temporales, son permanentes, porque afectan tu vida para bien. Claro que será mejor si cierras la brecha y puedes reunirte con el ofensor y le dices que lo has perdonado. No es fácil, verdad? Es que perdonar es de valientes, requiere de coraje, de bravura, ahí si se requiere de que la razón predomine sobre la emoción. Quizás surjan cosas interesantes de ese perdón, quién sabe, si los caminos de Dios están llenos de curvas y a veces nos hacen arribar a puertos que ni siquiera imaginábamos que existían, así es Dios de generoso, de misericordioso, de bondadoso, sin límites. Ten presente también que para Dios no hay imposibles.
PRIMERO QUE TODO, GRACIAS POR DARTE TIEMPO PARA LEERME
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Gracias José
ResponderBorrarEs verdad solo Dios con su misericordia y la fe de uno puede perdonar y sanar el alma, gracias Pepito
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